En 1943 Vasili Grossman e Ilyá Ehrenburg emprendieron la ardua tarea de recoger miles de testimonios sobre los crímenes nazis contra los judíos en territorio soviético, para reunirlos en «El libro negro», una obra prohibida durante décadas.
«Podemos asegurar sin ninguna duda que jamás la historia de la humanidad conoció crímenes como aquellos. Nunca antes vio el mundo tal conjunción de sadismo practicado sin límites por criminales asesinos que seguían un plan deliberadamente diseñado por un estado», escribió Grossman en el prólogo.
Como especifican los editores de «El libro negro», en ese catálogo del horror se reunieron los testimonios sobre los asesinatos en masa de judíos, ejecutados por las fuerzas fascistas alemanas en los territorios temporalmente ocupados de Rusia, Ucrania, Bielorrusia, Lituania, Letonia y Estonia.
También se incluyeron relatos de judíos soviéticos trasladados a los campos de exterminio en Polonia.
Según dice Jorge Ferrer, traductor de la edición española, la idea de este libro surgió en la época en la que el Ejército Rojo comenzó a conseguir el repliegue de las fuerzas alemanas, y un grupo de periodistas y escritores, entre ellos Vasili Grossman e Ilyá Ehrenburg, viajaron por los territorios ocupados y se enfrentaron con los horrores que les contaban los supervivientes.
También se dio la coyuntura de que en Estados Unidos un comité de apoyo a los judíos en Europa, que presidía Albert Einstein, se puso en contacto con ellos con la intención de recopilar todos los testimonios de las increíbles atrocidades cometidas en esa zona.
«Uno de los propósitos de este estremecedor libro era servir en algún momento al fiscal soviético en el juicio a los nazis, que luego tendría lugar en Nüremberg, y estos testimonios sirvieron finalmente para eso», explicó el traductor, experto en temas relacionados con el Holocausto judío.
Grossman (1905-1964), autor de esa obra maestra que es «Vida y destino», y Ehrenburg (1891-1967), autor de «El deshielo», fueron los jefes del comité de redacción, que recopiló las cajas con los materiales. Cartas, diarios y documentos que narraban asesinatos masivos, violaciones, quema de personas vivas y estrangulamiento de niños, entre otras atrocidades.
Cuando emprendieron esa labor, en un país bajo régimen estalinista, Stalin les concedió autorización, pero los trabajos de recopilación duraron tres o cuatro años, y en ese tiempo Stalin volvió a ser el antisemita que había sido siempre, y decidieron no publicar el libro. Mandaron destruir las galeradas, que estaban en manos de varios comités de censores; se pararon los trabajos y los miembros del comité judío soviético fueron fusilados.
Pero, gracias al intercambio con los norteamericanos, algunos fragmentos de «El libro negro» salieron hacia Estados Unidos y otros hacia Rumanía. Ello permitió que se hicieran ediciones parciales, comenta el traductor. Hubo unaen Rumanía y otra en Jerusalén.
En Rusia el fue publicado recién en 1993, gracias a la iniciativa de Irina Ehrenburg, hija del escritor, que había conseguido una de las galeradas que no fueron destruidas y que firma también uno de los prólogos.
Es la primera ocasión que se publica en español la edición íntegra, subrayó Jorge Ferrer, quien señaló que se incluyeron los fragmentos que la censura decidió eliminar.
Ferrer, que lleva muchos años trabajando sobre el Holocausto, cree que este libro emociona particularmente porque son 1.200 páginas de testimonios que proceden de las fuentes más disímiles, desde cartas de niños que vivieron esas atrocidades con cinco, seis o siete años; o de ancianos que vieron matar a sus hijos, hasta oficiales del Ejército Rojo que cuando comenzó la guerra dejaron a sus familias y cuando regresaronn a sus tierras conocieron lo que padecieron todos ellos.
El libro es a veces muy prosoviético, y contiene algunas loas a Stalin, pero eso, en opinión de Ferrer, es un asunto menor.
«El mensaje que trasladaba este libro, y que fue el que movió a su prohibición, es el de que los propios soviéticos eran los que habían ayudado a los alemanes a cometer esas atrocidades. Y algo más antisoviético que eso no se puede imaginar«, añadió Ferrer.
Otro de los elementos interesantes del libro son los relatos de la resistencia a los nazis dentro de los guetos. Se muestra esa dimensión heroica dentro del horror. Hubo muchos hombres y mujeres que lucharon contra los alemanes en los guetos, promovieron levantamientos y fugas espectaculares.