László Csatary, el criminal de guerra nazi más buscado del mundo, responsable del asesinato de más de 15.000 judios, fue encontrado en Hungría tras 15 años de búsqueda.
El «Cazador de Nazis», Dr. Efraín Zuroff, director del Instituto Wiesenthal en Jerusalén, encontró a Csatary tras recibir información de un hombre de la localidad, como parte de la «Operación Última Chance», destinada a localizar a los últimos criminales de guerra nazis que quedan vivos.
Zuroff declaró al diario «Haaretz» que «negociamos con la fuente sobre la recompensa que recibiría, y entonces él nos dio la información». Esta fue entregada automáticamente a las autoridades locales de Hungría, esperando que lo interroguen y retengan su pasaporte con el fin de impedir que salga del país.
Con la cooperación del periódico británico «The Sun», Csatary, de 97 años, fue fotografiado paseando libremente por la ciudad y yendo de compras.
El criminal de guerra está acusado de enviar 15.700 judios a Auschwitz en la primavera de 1944, mientras se desempeñaba como comandante de las fuerzas de policía en la ciudad de Košice. Según la información recabada acerca de él, Csatary era un sádico, que abusó de judíos y ejerció sobre ellos la crueldad misma, ya sea golpeando a mujeres judías con un cinturón, como así también obligándolas a cavar agujeros en la nieve con las manos desnudas.
En 2012, Csatary fue declarado el número uno en la lista del Instituto Wiesanthal de los nazis más buscados. Durante las últimas semanas, el Instituto recibió información sobre otros delitos en los que se lo involucra, incluyendo la expulsión de los judios de Ucrania a la muerte durante el verano de 1941.
Tras la guerra, Csatary huyó y en 1948 fue declarado culpable de crímenes de guerra y condenado a muerte. Más tarde, mientras vivía con una identidad falsa en Toronto y Montreal, Csatary se ganaba la vida negociando la compra venta de obras de arte, pero en 1997 se reveló su verdadera identidad, lo que revocó su ciudadanía canadiense y lo llevó a huir del país, desde donde se perdió su rastro.
Cuando un periodista de «The Sun» se presentó en su casa, el anciano lo atendió en ropa interior y se negó a hablar del asunto. Según publicó despues el periodista, el prófugo vive junto a su familia que «nada sabe de su horrible pasado».
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