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Línea roja

Debemos ocuparnos del prójimo, brindarle a cada grupo, a cada individuo la posibilidad de expresarse, y respetarse mutuamente. Nos asedian personas que deberían ser inteligentes, que respetan a todo individuo. Pero tengo novedades para ellos: también la mujer es un ser humano.

El mes pasado, Anat Hoffman, Presidenta del Centro de Religión y Estado del Movimiento Reformista, me propuso viajar en la línea de "autobuses kosher" y examinar allí la relación hacia las mujeres. En esos mismos autobuses que el Tribunal Superior de Justicia fijó que la separación de hombres y mujeres en los mismos es ilegítima y debe ser anulada.

Subí a la línea 418 de la empresa Egged de Ramat Beit Shemesh a Jerusalén. El autobús estaba repleto, y yo - una mujer de más de 80 años - busqué un asiento desocupado. Los varones no parecían enfermos, pero nadie me ofreció su lugar. La Torá permite ser un poco más humano.

Finalmente encontré un asiento en la parte delantera del vehículo. Cuando me senté, inmediatamente empezaron los gritos: "¡Las mujeres atrás!". Ellos reclamaban. Sonreí y continué sentada. Los ánimos enardecieron y finalmente el conductor dijo: "¡Terminen con eso! Déjenlá sentarse donde quiera".

Dicha discriminación es denigrante. Lástima que para obtener un poco más de ganancias, Egged coopera con todo esto.

Pero quizás el problema no sea la empresa de transportes, dado que ella recibe una subvención estatal y debe prestar servicio al público en general, sin diferenciaciones de raza, grupo étnico, religión o sexo.

Podemos ver actualmente un despertar del rabinato fanático y extremista que ambiciona el mando y el control. Provocan al gobierno y al Parlamento, les lavan el cerebro a sus alumnos y se presentan como una alternativa: "el gobierno de la Torá". Este extremismo se nutre de dinero, de poder político y de aquellos ministros y parlamentarios que desean caer bien a los ojos del público religioso. Esto no es nuevo.

Todo comenzó con el peregrinaje de los políticos hacia los rabinos. El judaísmo jamás abogó hacia el distanciamiento de las mujeres. Dios creó a la mujer y al hombre a su imágen y semejanza.

La separación de la que somos testigos es producto de los prejuicios y la lucha por el poder.

Aprendí de diferentes rabinos como Shlomó Goren, quien apuntó hacia los antecedentes históricos sobre el "divorcio condicionado" para evitar el abandono de una esposa. Juntos logramos evitar humillaciones a varias mujeres.

También el rabino Shmuel Avidor Hacohen fue una persona especial, pletórico de asociaciones. Cuando me dirigía a él por problemas de parejas con impedimentos para casarse, no escatimaba en esfuerzos para solucionarlos de manera elegante.

En todas las áreas encuentro mujeres exitosas, de primera línea. Admiro la entrega metódica y racional hacia los objetivos importantes en los que se ocupan. También considero a las mujeres del Movimiento Femenino Religioso "Kolej" (en hebreo, "Tu voz") sabias, instruídas e inteligentes.

Pero siento que vivimos en un país alocado. Todos corren detrás de las mujeres, pero no les otorgan derechos. Quieren que sean bellas, sanas, incluso que se automantengan adecuadamente, pero que cierren la boca. Tan sólo unos pocos valorizan y se preocupan de su equidad social.

El público israelí se hartó de las luchas por las reformas legales en pro de los derechos humanos. Sin embargo, justamente ahora, cuando soplan vientos de cambio y la gente se moviliza para reclamar una vida más digna para todos, no debemos olvidar la idea de la igualdad de derechos para la población en general.

Debemos ocuparnos del prójimo, brindarle a cada grupo, a cada individuo la posibilidad de expresarse, y respetarse mutuamente.

Nos asedian personas que deberían ser inteligentes, que respetan a todo individuo. Pero tengo novedades para ellos: también la mujer es un ser humano.

Fuente: Israel Hayom - 12.9.11
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il