El documental «En el nombre de la raza y de la ciencia. Estrasburgo 1941-1944», revela el descubrimiento de 86 cadáveres que formaron parte de un proyecto nazi para dejar un rastro de la raza judía una vez que esta fuera exterminada.
Era el 23 de noviembre de 1944 y las tropas aliadas de la 2ª división blindada del general Leclerc liberaron Estrasburgo del yugo nazi; ocho días después, se descubrió el horror: los cuerpos salvajemente mutilados de 86 judíos en el subsuelo del Instituto de Anatomía de la Universidad de Estrasburgo.
La productora Temps Noir y los realizadores Sonia Rolley y los hermanos Axël y Tancrède Ramonet no quisieron que ese suceso atroz quedara impune en la memoria de los alsacianos, franceses y europeos.
Con esa intención estrenaron esta semana en Rothau, una localidad alsaciana cercana a lo que fue Natzweiler-Struthof, el único campo de concentración nazi en territorio francés, el documental «En el nombre de la raza y de la ciencia. Estrasburgo 1941-1944».
El documental será estrenado la próxima semana en París y será emitido a finales de mes por la cadena de TV France 3.
Con imágenes y archivos inéditos, el film narra en apenas 55 minutos cómo los cuerpos descubiertos estaban destinados a un proyecto nazi para dejar un rastro de la raza judía, una vez que esta fuera exterminada.
La secuencia del plan era selección, deportación, concentración, experimentación, cámara de gas, negación, impunidad y olvido.
La propia Rolley aseguró que siendo estudiante de Periodismo en Estrasburgo en 2005 escuchó el rumor de que habría «restos de judíos» en una colección anatómica de la Universidad.
Rolley descubrió que los científicos responsables del horrible experimento «también eran reconocidos por sus colegas europeos y apoyados por algunos de ellos incluso después del descubrimiento de sus crímenes».
Bajo la orden de Heinrich Himmler, 87 hombres y mujeres judíos fueron seleccionados en Auschwitz en 1943, trasladados a Natzweiler-Struthof - a 60 kilómetros de Estrasburgo, en los Vosgos - y asesinados en la cámara de gas del campo. Uno de ellos se negó a entrar en la cámara y fue ejecutado de un disparo.
Los 86 cuerpos gaseados fueron enviados al Instituto de Anatomía de la Universidad de Estrasburgo, donde se conservaron en formol.
Cuando quedaban pocos días para que los aliados tomaran Estrasburgo, Himmler ordenó destruir los 86 cuerpos. De ellos, 70 fueron descuartizados para impedir su identificación y 16 quedaron enteros.
«En el nombre de la raza y de la ciencia. Estrasburgo 1941-1944» puso rostro, nombre y apellidos a los responsables.
August Hirt, médico alemán, miembro del Instituto de Antropología Racial «Ahnenerbe» y profesor de la Universidad de Estrasburgo, fue quien pidió el envío de los cuerpos a Himmler. Huyó de Estrasburgo dos meses antes de la liberación y se suicidó en enero de 1945.
Wolfram Sievers, próximo a Himmler, fue uno de los directores de la «Ahnenerbe» e intentó demostrar la existencia de una raza superior. Fue condenado a muerte en el Juicio de Nüremberg y ejecutado.
Bruno Beger, antropólogo alemán, miembro de la «Ahnenerbe», viajó al Tíbet en busca de rastros de la raza aria y trabajó con Hirt en la Universidad de Estrasburgo. Fue condenado en 1971 como cómplice del asesinato de decenas de judíos para crear la colección antropométrica.
Joseph Kramer, conocido como «la bestia de Belsen». Fue comandante de los campos de concentración nazis de Natzweiler-Struthof y Bergen-Belsen. Fue condenado a muerte y ahorcado.
El documental ofrece los testimonios de algunos especialistas en el caso, como el doctor en Historia Robert Steegmann, el cirujano Yves Ternon, el experto en historia y cultura nazis Johann Chapoutot, el profesor de Neurofisiología Pierre Karli, y el historiador y periodista alemán Hans Joachim Lang.
A finales de la década de los '90 del siglo pasado, Lang escuchó hablar por primera vez de los restos de 86 personas encontrados en el subsuelo del Instituto de Anatomía de la Universidad de Estrasburgo.
Obsesionado por arrojar luz sobre las acciones protagonizadas por la generación de sus padres y abuelos, Lang publicó en 2003 «Los nombres detrás de las matrículas» donde reveló el nombre y la vida de la mayoría de las 86 víctimas.
Un memorial con el nombre de las 86 víctimas judías fue inaugurado en 2005 en el cementerio judío de Estrasburgo, donde se puede leer en una placa: «Sirvieron de conejillos de indias humanos en nombre de una ciencia al servicio del mal».
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