Un hombre aparentemente común y de orígenes humildes descubre que su padre le envió a la Tierra para erigirse en el salvador de la humanidad a través de su propio sacrificio.
Superman se enfrenta al mal, defiende a los más desfavorecidos y sufre la represión de los gobernantes que recelan de su poder.
Esta es la historia que cuenta «El Hombre de Acero», la última versión de Superman en llegar a los cines, pero también podría ser el relato bíblico de Moisés, príncipe de Egipto o de Jesús de Nazaret.
Y esa no es la única coincidencia entre el superhéroe y Moisés y Jesús. «Los tres se embarcaron en su misión pública a los 30 años», explicó el escritor estadounidense Stephen Skelton, quien recordó que el Mesías de Kriptón «lucha por la verdad, la justicia y el respeto al prójimo, que son tres principios básicos en los que se basa la Biblia».
Además, Skelton, autor del libro «El evangelio según el mejor superhéroe del mundo», señaló que cuando Superman aterrizó por casualidad en Kansas, fue adoptado por el matrimonio Kent.
En la historia original de 1938 esta pareja se llamaba Mary y Joshep (María y José, en español), aunque luego sus creadores, Jerry Siegel y Joe Shuster, decidieron cambiarlo por Martha y Jonathan Kent. Skelton afirmó que también Moisés fue adoptado por la hija del Faraón.
«Siegel y Shuster eran judíos y por eso pusieron en el personaje gran parte de su cultura y filosofía», apuntó Simja Weinstein, un religioso hebreo de Nueva York conocido como «El Rabino del Cómic», autor del libro «Up, Up, and Oy Vey!», una divertida crónica sobre el origen religioso de los superhéroes.
Weinstein dijo no tener dudas de que «Superman es judío», y defendió su posición asegurando que «Kal El - nombre del Hombre de Acero en su planeta de origen, Kriptón - significa en hebreo «la voz de Dios».
Además, afirmó que el superhéroe se esconde detrás de un «alter ego», Clark Kent, como muchos de los inmigrantes judíos que llegaron a EE.UU en los años '30 y '40. «Sólo un judío podría tener un nombre como Clark Kent», bromeó Weinstein.
Pero no sólo Superman desciende de la tradición bíblica. El rabino neoyorquino explicó que todos los grandes personajes de los cómics - Superman, Spiderman, la Patrulla X, el increíble Hulk y el Capitán América - fueron creados por autores hebreos que volvieron los ojos a su propia historia, vivencias y tradiciones para inventar estas aventuras.
«Cuando los creadores pensaron en estos héroes miraron en la cultura antigua, de ahí que sus aventuras guarden numerosos paralelismos con la de Moisés, el Éxodo de Egipto o el antisemitismo», aseguró Weinstein y agregó que todos esos superhéroes tienen en común el haber nacido de las manos de 45 dibujantes de raíces judías cuyas familias emigraron a EE.UU huyendo de la persecución y el nazismo.
El más prolífico de estos creadores es Stanley Martin Lieber, más conocido como Stan Lee. Él imaginó a Spiderman, Iron Man, Hulk, los 4 Fantásticos o la Patrulla X, entre más de 500 personajes.
Sus relatos beben directamente del Rey David, Golem o Sansón y se mezclan con sus vivencias personales. Los mutantes integrantes de la Patrulla X son perseguidos por ser diferentes, como los judíos durante el Holocausto.
La tragedia de la Shoá influyó tanto en los dibujantes de la época que incluso Superman llegó a enfrentarse al propio Adolf Hitler en las páginas de un cómic. No fue el único. En 1941, el Capitán América debutó con un espectacular puñetazo al Führer.
Sin embargo, pese a todo, para Simja Weinstein el superhéroe que mejor representa a los judíos es Spiderman y su alter ego Peter Parker. «Es el clásico judío neoyorquino, débil y nervioso, motivado por la culpa», explicó.
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