La comisión vaticana que se encarga de las relaciones religiosas con el judaísmo se reunirá el próximo mes de octubre en Madrid con el lema «Desafíos de la fe en la sociedad contemporánea».
Así lo anunció el Papa Francisco, durante su audiencia en el Vaticano a 30 miembros del Comité Judío Internacional (CJI) encargado de consultas interreligiosas.
El Papa agradeció el compromiso del presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, el cardenal Kock, así como a todos los miembros de la Comisión para las Relaciones religiosas con el judaísmo, que mantienen desde hace más de 40 años un diálogo regular para «reforzar la comprensión recíproca y los vínculos de amistad entre judíos y católicos».
«Un cristiano no puede ser antisemita», añadió el Pontífice durante la audiencia, en la que recordó que la declaración «Nostra Aetate» del Concilio Vaticano II «representa para la Iglesia católica un punto de referencia fundamental para las relaciones con el pueblo hebreo» y explicó que a través de este texto conciliar «la Iglesia reconoce los inicios de su fe y de su elección, que se encuentran, según el misterio divino de salvación, en los Patriarcas, en Moisés y en los Profetas».
Asimismo, Francisco precisó que el Concilio recuerda la enseñanza de San Pablo en la que «los dones y la llamada son irrevocable» y también condena con firmeza «los odios, las persecuciones y todas las manifestaciones de antisemitismo».
Por otro lado, el Pontífice destacó el movimiento local en todo el mundo del cual él mismo fue testigo y recordó que durante su ministerio como Arzobispo de Buenos Aires tuvo «la alegría de mantener relaciones de amistad sincera con muchos exponentes del mundo judío durante las cuales pudo conversar sobre su respectiva identidad religiosa, la imagen del hombre contenida en las Escrituras y el modo de tener vivo el sentido de Dios en un mundo en muchos lugares secularizado.
Francisco también reveló que compartió en varias ocasiones «los desafíos comunes que tienen judíos y cristianos» y precisó que sobre todo como amigos «se enriqueciron recíprocamente en el encuentro y en el diálogo con una actitud positiva que los ayudó a crecer como hombres y como creyentes».
Finalmente, el Papa animó a los presentes a continuar ese camino «buscando, como lo están haciendo, de involucrar también a las nuevas generaciones» porque, según destacó, «la humanidad necesita del testimonio común a favor del respeto de la dignidad del hombre y de la mujer creados a imagen y semejanza de Dios, a favor de la paz».
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