Las raíces de la cantante británica Amy Winehouse, fallecida a los 27 años, se mezclan con recuerdos personales y sus influencias musicales en una muestra que inauguró el Museo Judío de Londres, organizada por su hermano Alex.
«Amy Winehouse: Retrato de familia» muestra la faceta más íntima de la cantante con un recorrido por fotografías, vestidos y objetos personales que su familia donó al museo, ubicado en el barrio de Camden Town, donde falleció la artista.
Se trata de una exposición inédita en la que su hermano Alex y su cuñada Riva pretenden homenajearla, al mismo tiempo que acercar al público la pasión que Winehouse siempre sintió por la música, la moda, su familia y Londres, la ciudad que la vio crecer.
«Es el retrato de una chica que era, en esencia, una pequeña niña judía del norte de Londres con un gran talento y que sólo quería ser fiel a su cultura y a su herencia», señaló Alex Winehouse.
Una maleta llena de fotografías que nunca antes fueron exhibidas inicia el paseo por los recuerdos de la malograda estrella del soul a través de sus actuaciones y aspiraciones más tempranas.
«Quiero ser recordada por ser actriz, cantante, vender todas las entradas de mis conciertos, llegar a los mejores teatros londinenses y actuar en Broadway. Quiero ser recordada por ser simplemente yo», escribió la intérprete de Rehab en 1997, con sólo 14 años.
De sus primeros pasos en el mundo artístico, cuando sus coqueteos con las drogas no le impedían seguir su carrera musical, el museo rescató algunas grabaciones de sus actuaciones en la escuela de arte Sylvia Young así como su solicitud de ser admitida en dicho centro.
Casi dos años después de su fallecimiento por causas aún no esclarecidas, Amy Winehouse sigue siendo uno de los grandes iconos de la música soul gracias a un estilo propio forjado en letras y melodías de sus dos únicos álbumes, «Frank» (2003) y «Back to Black» (2006).
Su guitarra y su gran colección de discos y vinilos se intercalan en las paredes del Museo Judío de Londres con sus grandes influencias, como su afición por la música de los años '60, grandes artistas como Frank Sinatra o incluso su familia.
«En la familia de mi padre son unos locos del canto y el baile. Son todo extravagancia», relató la intérprete en uno de sus escritos.
La exposición también incluye fotografías de su abuela paterna, Cynthia, muy presente siempre para Amy y vital vínculo de la artista con sus orígenes judíos y su pasión por el jazz.
Otro de sus rasgos más distintivos era su particular inclinación por la moda, algo que también refleja la muestra a través de los vestidos, camisetas, pañuelos y zapatos más personales de la artista, de la que se obvian aspectos como su abuso de las drogas y el alcohol.
«Amy siempre fue una niña muy independiente y excepcional. Destaca del resto de jóvenes en todas sus fotografías. Era única», aseguró la comisaria de la exposición, Abigail Morris, quien considera «todo un honor» acoger una muestra sobre una artista siempre «orgullosa de sus raíces judías».
El Museo Judío de Londres albergará la exposición «Amy Winehouse: Retrato de familia» hasta el 15 de septiembre.
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