La decisión del Gobierno español de modificar el Código Civil para otorgar la nacionalidad española a los descendientes de los judíos que en 1492 fueron expulsados de la península Ibérica, despertó un desmesurado interés en los ciudadanos israelíes, que abarrotaron los consulados en Tel Aviv y Jerusalén para sus consultas.
Hasta ahora los judíos sefardíes podían solicitar la nacionalidad española con procedimientos lentos y confusos, y renunciando a sus otros pasaportes. La reforma del Gobierno español, que aún debe votarse en el Parlamento, permitirá que puedan conservarlos.
Las organizaciones sefardíes calculan que 3,5 millones de personas podrían beneficiarse de esta medida. El pasado fin de semana, los medios de Israel ya circularon una lista con 5.200 apellidos sefardíes, lo que propició un aluvión de consultas a las oficinas consulares españolas.
El motivo es que en el anteproyecto de ley se citan seis posibles certificaciones de la condición de sefardí, entre ellas los apellidos del interesado y el idioma familiar, en referencia al castellano medieval conocido como ladino, además de otros indicios que demuestren su pertenencia a la comunidad judía sefardí o la vinculación o parentesco del solicitante con una persona o familia de ellas.
Fuentes consulares españolas informaron sobre la gran cantidad de solicitudes y recomendaron calma a los israelíes. «Esto es todavía un anteproyecto de ley que debe votarse en el Parlamento», señalaron.
Sefardíes no hay sólo en Israel, pero son una gran parte de la población de seis millones de judíos del país. Su interés por obtener la nacionalidad española se manifestó en los medios locales.
El diario «Yediot Aharonot» tituló dos notas: «El sueño español» y «De repente, todos somos españoles». En esta última aseguraba que «ya hay bastante ciudadanos israelíes que esperan en fila para conseguir pasaportes».
De momento, el Gobierno israelí mantiene silencio sobre la medida. Existe cierto recelo en la idea de que otro país conceda pasaportes propios a un significativo grupo de judíos, muchos de ellos israelíes. Aun así el gesto español es interpretado.
No obstante, destacados rabinos de Israel se manifestaron contrarios a recibir pasaportes españoles.
El rabino Shlomó Aviner, de la ultraderecha nacionalista que apoya los asentamientos en Cisjordania, definió la medida como «intento de soborno de quien se encuentra en crisis económica» y acentuó que «no podemos perdonar la expulsión y no tenemos lo que buscar en España».
Por su parte, el rabino Haim Drukman, de la misma línea que Aviner, afirmó que la propuesta le recuerda el fuerte debate en Israel sobre si recibir o no las indemnizaciones de Alemania en los años '50 por el Holocausto.
«Entonces decidimos aceptarlas basados en el precepto de 'supervivencia'. Eramos un Estado pobre y en peligro y estábamos obligados a crear infraestructuras básicas y fuentes de trabajo para los inmigrantes. Hoy no necesitamos favores de nadie», acentuó.
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