La Casa Blanca ha endurecido el aislamiento diplomático y financiero de Irán, tras anunciar nuevas sanciones en represalia al programa nuclear de la república islámica, que apuntan principalmente contra su sistema bancario.
El gobierno de Estados Unidos ha señalado al Banco Central de Irán, y a todo el sistema bancario que depende de él, como un vehículo de lavado de dinero para usos ilícitos y criminales.
El presidente Barack Obama aclaró, además, que Washington continuará presionando al régimen de Ahmadineyad: "Mientras Irán siga por este camino peligroso, Estados Unidos seguirá encontrando maneras, en colaboración con nuestros aliados o en solitario, para aislar y aumentar la presión sobre el régimen iraní".
El Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, comunicó en una rueda de prensa que "las instituciones financieras que participen en cualquier transacción que involucre a bancos iraníes, corren el riesgo de estar apoyando las actividades ilícitas de Irán: su búsqueda de armas nucleares y su apoyo al terrorismo".
El Gobierno de Estados Unidos anunció también que impondrá penas severas a quienes hagan negocios con el sector petrolero y petroquímico de Irán.
La postura estadounidense ha sido respaldada por países como Gran Bretaña o Canadá, que adoptaron medidas similares. Gran Bretaña, por ejemplo, cortó todos sus lazos económicos con Irán y prohibió totalmente el contacto con sus instituciones financieras.