Arqueólogos israelíes revelaron el hallazgo de un fragmento de piedra con una inscripción de unos 2.000 años dedicada al emperador romano Adriano, considerada como una de las más importantes en latín descubiertas en Jerusalén.
El fragmento - que mide un metro por un metro y medio y pesa una tonelada -, fue localizado en una de las excavaciones que lleva a cabo en el último año la Autoridad de Antigüedades de Israel al norte de la Puerta de Damasco, junto a la Ciudad Vieja, y fue empleado como parte de una estructura cuyo uso difería del original.
«Encontramos la inscripción alrededor de la entrada de una profunda cisterna», señalaron en un comunicado los directores de las excavaciones, Riva Avner y Roí Greenwald.
Tanto en la antigüedad como hoy en día, era común reciclar materiales de edificios antiguos para darles un nuevo uso, y a fin de que la piedra que contenía la inscripción encajara con la cubierta de la cisterna se cortó parte de la misma, concluyeron.
Su tamaño, así como la claridad de las letras grabadas en ella, indican, según los investigadores, que el hallazgo tiene un importante significado histórico.
Las inscripciones consisten en seis líneas en latín grabadas en dura piedra caliza que «estaban dedicada a Adriano por la Décima Legión Fretensis en el año 129/130 D.C», precisó uno de sus traductores, Avner Ecker.
El análisis posterior reveló que el fragmento es sólo la parte derecha de una inscripción de mayores dimensiones, cuyo fragmento izquierdo fue descubierto en el siglo XIX por el arqueólogo francés Charles Clermont-Ganneau, pieza que alberga el Museo de Estudio Bíblico Franciscano.
Hasta la fecha se descubrió únicamente una parte reducida de las antiguas inscripciones oficiales latinas en excavaciones arqueológicas en Israel, y en particular en Jerusalén.
Los arqueólogos subrayan que la significancia del hallazgo deriva del hecho de que menciona de forma específica el nombre y títulos de Adriano, así como una fecha clara.
Este prominente emperador gobernó entre 117 y 138 de nuestra era, y, durante su reinado, Roma alcanzó la mayor extensión territorial de su historia.
Asimismo, la talla, en buen estado de conservación 2.000 años después, es una confirmación tangible del relato histórico sobre la presencia de la Décima Legión romana en Jerusalén durante el período de las dos revueltas hebreas, y posiblemente incluso la localización de un campo militar de la legión en la ciudad.
El historiador contemporáneo Cassius Dio menciona la visita de Adriano a Jerusalén en el año 129/30, en el marco de uno de los viajes del emperador a la parte oriental del imperio.
Esos periplos también fueron documentados en monedas emitidas para la ocasión e inscripciones grabadas previas a su llegada a diferentes ciudades.
Los arqueólogos apuntan a que la inscripción en su conjunto pudo haber sido puesta en la fachada de un arco triunfal en el límite norte de la ciudad, similar al Arco de Tito en Roma.
La suerte de Jerusalén tras la destrucción del Segundo Templo (70 d.C) por este último emperador romano y la revuelta de 132-136 son considerados sucesos de máxima relevancia para la historia judía de la ciudad.
Posteriormente, tras la caída del santuario se instauró un nuevo sistema en la urbe, que pasó a denominarse Aelia Capitolina e incorporó uno de los nombres del emperador Adriano, que era Publio Elio (Aelius), exponente de una de las dinastías más importantes de emperadores.
La inscripción hallada lleva a confirmar que la visita de Adriano tuvo lugar antes de la revuelta de Bar Kojba, el jefe del último movimiento judío contra los romanos hacia el 135 D.C. y que ya se construían edificios oficiales imperiales, pese a la resistencia local.
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