Los concursos de televisión en todo el mundo tienden a ofrecer entretenimiento animado y deslumbrante con una pizca de drama. Pero en la versión árabe de «American Idol» en Oriente Medio, son los problemas de la región los que muchas veces quedan bajo los reflectores.
Dos concursantes son de Siria, un país asolado por la guerra civil. Farah Youssef (23) es una cantante y compositora cuyo autobús fue emboscado por hombres armados cuando se dirigía a su audición, mientras que Abdelkarim Hamdán (25) es un estudiante de música que hizo llorar a los jueces con una canción donde lamentaba la devastación de su ciudad natal Alepo.
Mohamed Assaf (23), un participante de la Franja de Gaza es el favorito de la audiencia por cantar temas sobre los problemas de los palestinos con Israel.
«El programa se volvió una plataforma para que la juventud de la «primavera árabe» se exprese artísticamente y muestre a la región que hay esperanzas para el futuro», explicó Mazen Hayek, portavoz del grupo MBC Group, con sede en Dubai y de propiedad saudita que transite el programa «Arab Idol» desde un estudio en Beirut.
Los productores del estudio dicen que las expresiones políticas están permitidas. Pero en una región donde las afiliaciones tribales, políticas y religiosas muchas veces definen la identidad, los participantes caminan por una delgada línea, en especial en un concurso donde ganar depende de la popularidad.
«El programa es en vivo y la gente de todo el país, y los árabes del mundo, lo siguen en tiempo real, manifestando su reconocimiento o críticas en Twitter y Facebook antes incluso de que voten por sus favoritos», indicó Hayek.
Ahora que está en su segunda temporada, la audiencia creció en parte por una mezcla de concursantes que incluye varias naciones afectadas por conflictos, como Siria.
La segunda temporada comenzó el pasado 27 de marzo con concursantes de todo el mundo árabe, incluyendo Túnez, Egipto, Irak, Arabia Saudita, Bahréin, Siria y la Autoridad Palestina. El grupo se redujo a 10 y dos competirán en la final del 21 de junio.
Farah Youssef es originaria de Tartus, Siria, y relató que casi muere de camino al concurso en octubre cuando iba a una audición en Beirut.
Farah señaló que varios de sus amigos murieron por los bombardeos en Damasco, su hermano resultó gravemente herido y cuatro de sus amigas fueron secuestradas, violadas y asesinadas, y sus cadáveres arrojados en un camino desierto fuera de Damasco.
Abdelkarim Hamdán, quien vivía en la Ciudad Antigua de Alepo antes de entrar al concurso, se rehusó a elegir un bando en el conflicto.
«Canto para todos los sirios sin importar su opinión o afiliación política», respondió Hamdán en una entrevista en Beirut.
Algunas espectadores instaron a Hamdán a ir a pelear y no a cantar. Otros publicaron comentarios por internet en los que decían que Youssef y Hamdán no deberían involucrarse en entretenimientos frívolos cuando tanta gente sufre en Siria.
Los concursantes desdeñaron esas críticas diciendo que no lamentan estar en el concurso y que se quedarán hasta que sean expulsados.
«Creo que si Alá te da una voz bella debes usarla», sentenció Hamdán.
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