Molly, una mujer de 24 años, llegó a hace dos años a Berlín procedente de Ohio, Estados Unidos. El poco alemán que habla lo aprendió de su abuela, una mujer judía que sobrevivió a Auschwitz.
Desde que se mudó a la capital alemana se siente muy bien: tiene amigos judíos, pero también de otras religiones, ve películas de su credo y sale a pasear a las zonas que están más de moda en la ciudad: los barrios de Kreuzberg y Prenzlauer Berg.
«Vine a Alemania a vivir y a entender», afirmó Molly, quien llegó al país por medio de una beca que se ganó en una organización de ayuda.
«Cada vez más judíos estadounidenses están llegando a Alemania y aprenden el idioma», comentó Deidre Berger, directora de la oficina de Berlín del Comité Judío Estadounidense.
En Alemania, la comunidad judía es una de las que más rápido crece. De acuerdo con estimaciones de instituciones oficiales, desde la reunificación alemana en 1990, la población de 29 mil judíos creció hasta ser ahora de unos 100 mil.
Aunque en comparación con los católicos, protestantes y musulmanes, los judíos son una pequeña fracción, su crecimiento es exponencial.
De acuerdo con el artículo 116 de la Constitución alemana, todo aquel que fue despojado de su ciudadanía durante el régimen nazi por «motivos políticos, racistas o religiosos» puede postularse para obtener la ciudadanía alemana.
Por ello, casi 70 años después del Holocausto, mucha gente comenzó a interesarse por sus orígenes.
«Entre la gente que conozco existe sobre todo una preocupación de saber más de su familia», añadió Berger.
Aunque muchos, como Molly, vienen de Estados Unidos, la mayoría llegaron de países de Europa del Este.
«La vida judía está renaciendo en Alemania, hay más escuelas, museos y cada vez más turistas de Israel, pero todavía hay varias divisions», indicó Rafael Seligmann, el periodista judío más destacado en el país.
La mayoría de quienes profesan la religión judía quieren hacerse notar como tales antes que como ciudadanos alemanes, mientras que otros buscan mostrar al judaísmo como algo ajeno al país.
Eso se ve en algunas instituciones, como el Museo Judío de Berlín, uno de los más importantes del país. En él se muestra una construcción de acero gris que asemeja una Estrella de David partida y que impide la vista al interior.
«Es como si los judíos quisieran decir 'nos quebrantaron y no se va a componer, no nos podrán entender nunca', pero no debería de ser así», acotó Seligmann.
«Somos judíos y tenemos nuestras tradiciones, pero antes que eso, si estamos viviendo en Alemania y pedimos la nacionalidad, somos alemanes», añadió el periodista y editor, quien recién comenzó la publicación de un nuevo periódico judío llamado Jewish Voice from Germany, donde trata de adoptar una posición mediadora.
«Vamos a mantener un ojo en la diáspora y en Israel, pero lo que queremos principalmente es construir un puente con los judíos del mundo. Pero también de Alemania con otros países», dijo.
De acuerdo con la oficina de turismo de Berlín, en los últimos 10 años la cifra de turistas judíos se quintuplicó debido en gran parte a que muchos de ellos sienten la necesidad de averiguar más sobre el pasado.
Nuevos medios de información judíos, como el Jewish Voice from Germany, buscan alejarse del discurso de «pobres judíos» para mostrar que la comunidad también es parte de la historia de Alemania y que en el país se encuentran grandes perspectivas.
Además de dejar de lado el resentimiento hacia la Alemania nazi, también se busca abogar por la paz en Oriente Medio basada en el reconocimiento de un Estado palestino.
«Muchos países están convencidos de que la Autoridad Palestina, como Israel, tiene ambiciones nacionales legítimas. La AP seguirá con sus ambiciones en el Consejo de Seguridad de la ONU y tendrá éxito», escribió el periodista judío Rafael Seligmann, quien aseguró que si Israel continúa negándose a esa realidad, estará amenazado por el aislamiento internacional.
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