Son muy pocos los que atan cabos con respecto al panorama mundial actual. La gran mayoría, inclusive prominentes dirigentes políticos, no logran descifrar qué tiene en común lo que sucede en Mali, Somalia, Indonesia, Pakistán, Irán y la misma Europa en relación con su propia seguridad nacional y personal.
Islam y cristianismo
En 1996, Samuel Huntington publicó su afamado libro «El choque de civilizaciones y la reconstrucción del orden mundial», en el cual el profesor de historia de Harvard ató cabos. Dijo: «El conflicto del siglo XX entre la democracia liberal y el marxismo-leninismo no es más que un efímero y superficial fenómeno histórico, en comparación con la relación profundamente conflictiva y sostenida entre el islam y el cristianismo».
Huntington agregó que la juventud árabe y musulmana era la tropa de choque de un nuevo radicalismo que se estaba extendiendo desde las fronteras del mundo islámico a otras sociedades no musulmanas. «En lugar de occidentalizar sus sociedades», opinó, «las tierras islámicas han desarrollado un consenso a favor de islamizar el modernismo”. O sea, terminar con la sociedad occidental. Y en eso están los fundamentalistas».
Muchos intelectuales en Occidente creen que el islam es meramente una religión. Desde luego que es una de las grandes religiones del mundo. Pero, en su esencia, el islam es una ideología política.
Hizbut Tahrir es un enigmático movimiento global islamista más peligroso que los grupos abiertamente terroristas. Esta organización está activa en 45 naciones y lucha activamente por aglutinar a todos los países musulmanes. Es un creciente bloque global fundamentado en la sharía y gobernado por un califato mundial.
Ya se ha dado un espectacular primer paso en esa dirección. Durante la guerra civil en Siria se constituyó la organización belicista llamada «Estado Islámico de Irak y el Levante» (EIIL). Su actual líder, Bakr al-Baghdadi, declaró, en 2014, su soberanía sobre Irak y Siria, autoproclamándose «Califa Ibrahim del Estado Islámico».
Estos rebeldes yihadistas lanzaron una ofensiva fulgurante en Irak el pasado 9 de junio; ya se han apoderado de amplias zonas de su territorio. El califato prometido, e ignorado por Occidente, está en proceso de consolidación.
Islamización de Occidente
La islamización de Occidente está adelantada. Habrá una mayoría musulmana en Europa para finales de este siglo. El Centro para la Cohesión Social en Reino Unido reportó que una tercera parte de los estudiantes musulmanes británicos están a favor de un califato mundial. Podemos estar en las últimas etapas de la islamización de Europa.
Sin embargo, Israel es quien está obstaculizando el proyecto de la embestida islámica. Esta amenaza ha encontrado al resto de Occidente, a la «comunidad internacional» y a la ONU en crisis: en el caos de un relativismo moral y un nihilismo filosófico que ha debilitado su fibra espiritual por su adicción a los placeres materiales y su negación del deber biológico de la defensa. Cómodamente dejan en manos de Israel y Estados Unidos la defensa de la civilización judeocristiana.
Actualmente, Israel está siendo agredido por la organización terrorista Hamás, que controla Gaza, y ya sus cohetes alcanzan sus principales ciudades. Sin embargo, este conflicto no es solamente contra el Estado judío. Se trata de una guerra contra Occidente, con una particularidad: el fin de Israel significaría que el islam fundamentalista habría ganado la batalla final para lograr el control del mundo, como vaticinó Huntington. Si puede conquistar Israel, puede conquistarlo todo.
Primera línea de defensa
Al mundo occidental lo une con Israel la lucha por resguardar nuestras libertades comunes. Todos en Occidente tenemos la obligación moral de ser sus custodios. Israel es la primera línea de defensa de Occidente. Gracias a Dios, no es víctima de relativismos morales. Cuando es agredido, se defiende. No tiene que pedir perdón. Sabe que la defensa no es un derecho que le otorga un burócrata de Naciones Unidas, sino un deber biológico en defensa de su pueblo y de la civilización judeocristiana.
Israel también merece nuestro apoyo porque es el país de los judíos después de 2.000 años de exilio. Yo no necesito otra razón. Pero, si alguien no lo puede apoyar por este hecho, que lo apoye entonces porque es el baluarte de nuestras libertades en la lucha contra la opresión islámica.
Apóyenlo, porque está dando la batalla por la supervivencia de la civilización occidental. Está recibiendo los golpes que van dirigidos a todos nosotros.
Esa es la enorme deuda moral que tiene la civilización occidental con Israel.