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Arca de la Alianza de Israel en Beit Shemesh

La historia bíblica del retorno del Arca de la Alianza a los israelitas después de que los filisteos la capturaron en la batalla de Eben Ézer, está encuadrada en la frontera entre las cercanas ciudades filisteas de Gat y Ecrón y la hebrea Beit Shemesh. Concretamente en el valle del Soreq, cuyo curso asciende hasta Jerusalén como acceso natural desde la costa al interior.

En la Biblia, en el Libro Samuel 1, versículo 6, está escrito: «Los filisteos pusieron el Arca de la Alianza con Dios en la carreta, y las vacas echaron a andar por el camino que va a Beit Shemesh… sus habitantes, que estaban en el valle segando el trigo, al ver el Arca se llenaron de alegría».

Beit Shemesh, situada a 20 kilómetros al oeste de Jerusalén,  hunde sus raíces en la Edad del Bronce, donde los excavadores encontraron las huellas de sus antiguos pobladores cananeos: la muralla con una puerta en el lado sur, edificios, joyas de oro, cerámicas, un horno para trabajar el cobre, aljibes excavadas en la roca e incluso un ostrakón con inscripción protocananea.

Los últimos trabajos arqueológicos muestran como, a partir del siglo XII aC, en Beit Shemesh se produjo la interacción de tres culturas, con la manifestación de elementos cananeos, filisteos e israelitas. Ejemplos son los edificios excavados que utilizan pilares de vigas de madera sobre bases de piedra típicas en las construcciones cananeas. Por otro lado, se descubrió la cerámica bícroma filistea y como elemento característico de la dieta en Israel la casi ausencia de huesos de cerdo. Por ello, las excavaciones actuales se llevan a cabo dentro de un entorno interpretativo basado en la antropología y la arqueología de las fronteras.

En este periodo se desarrolló el relato épico de Sansón (Jueces; 13-16), situado en el valle del Soreq, donde se encontraba su ciudad natal Sorá, a tres kilómetros de Beit Shemesh y también la cercana Timnat, donde vivía la primera mujer filistea que lo cautivó. Curiosamente puede estar relacionado el nombre de Sansón que significa «hombre del sol», con el de Beit Shemeh, «casa del sol».

A partir de la monarquía unida de Israel, en Beit Shemesh se aprecian cambios importantes: las construcciones de las viviendas están orientadas al interior formando calles semicirculares, y sus pilares pasan a ser de piedra, utilizándose para el suelo capas de yeso. La muralla pasa a ser del tipo casamata (dos muros paralelos unidos por otros perpendiculares formando celdas) utilizado en Judea.

Los edificios gubernamentales y el de  pilar tripartito, así como el mayor depósito subterráneo para el abastecimiento de agua hallado en Israel y un amplio taller para trabajar el hierro, evidencian la estructura de un estado centralizado que equipa de medios necesario a una ciudad frontera con el mayor enemigo de Israel, los filisteos. Esto coincide con el texto bíblico (Reyes 1- 4), en que fue una de las ciudades más importantes de las 12 provincias en las que Salomón dividió su estado.
 
Respecto al gran depósito aljibe citado, se trata una obra hidráulica imponente. En Beit Shemesh no había fuente de agua y para suministrarla a la población se talló en la roca caliza una cisterna subterránea bajo una plaza, al noreste de la ciudad. Tiene una capacidad de 800 metros cúbicos. El aljibe se abastecía con el agua de lluvia recogida por una red de canales en la superficie.

Entre final del siglo IX y principio del VIII aC, fue construida una puerta de dos cámaras en el lado norte de la ciudad, para refuerzo de las murallas y mejor acceso a las fuentes del valle del Soreq. Probablemente se realizó durante el reinado de Amasias. Precisamente este rey de Judea se enfrentó en Beit Shemesh al rey Joás de Israel (Reyes 2; 14, 8-14), sufriendo una gran derrota y la perdida del tesoro real y el del Templo de Jerusalén.

Durante el siglo VIII aC la ciudad tuvo una prospera industria de vino y aceite, de la que se encontraron instalaciones para la trituración y prensado. Asociado al reinado de Ezequías, se halló una gran cantidad de sellos en asas de vasijas, con la inscripción LMLK cuyo significado es «perteneciente al rey». Estas vasijas eran utilizadas para el aprovisionamiento real, y fue común en otras ciudades fortificadas del reino de Judea, como preparación ante la amenaza de una invasión asiría,  hecho que ocurrió en el año 701 aC bajo el liderazgo de Senaquerib.

En sus anales, este rey asirio narra la destrucción de 46 ciudades importantes de Judea, una de ellas sería Beit Shemesh, atestiguada por la arqueología y de acuerdo con la descripción realizada por la Biblia en Reyes 2; 18-13.