A menudo se nos pasa por alto que el yiddish, la lengua hablada por millones de judios ashkenazies durante casi 1.000 años en Europa, jugó un papel importante en la formación de la cultura israelí.
Para la profesora Java Turniansky, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ese punto es muy claro. A sus 75 años de edad, Turniansky fue galardonada con el prestigioso Premio Israel, en el acto que cerró los festejos por el 65° aniversario de la Independencia del Estado hebreo, por su investigación permanente sobre la historia de la literatura yiddish en las comunidades judías ashkenazies en la diáspora.
«Yiddish y todo lo que implica el lenguaje - la literatura, el teatro, el canto y la cultura - es parte de nuestra identidad. Debemos aprender de nuestro pasado para entender nuestro presente», explicó Turniansky. «Sólo entonces podremos proyectar correctamente nuestro futuro».
«El hebreo siempre tuvo una influencia en el yiddish y hoy vive el yiddish junto con el hebreo moderno. Todos los grandes escritores, Y.L. Peretz, Méndele Mojer Sfarim, Bialik, e incluso Agnón en sus primeros años, escribieron en hebreo y en yiddish», señaló.
«Muchas palabras en yiddish se integraron al hebreo. Por ejemplo, 'lefargen' (tratar favorablemente), 'tajles' (propósito, objetivo), 'nu' (apurar), 'jutzpá' (descaro), que es universalmente conocida», añadió la profesora, que estuvo afiliada con el Departamento de la Universidad Hebrea de Yiddish en los últimos 50 años.
Turniansky nació y se crió en México, en una casa que sólo se hablaba yiddish. «Mis padres se negaban a contestarme si yo les hablaba en español», dijo. «Para muchas familias judías que emigraron desde Europa Oriental a México, hablar en yiddish era su manera de mantener la cultura europea y la identidad judía».
Turniansky afirmó que obtener el Premio Israel, el más alto galardón del Estado, fue increíble. «Fue como un sueño que nunca me atreví a soñar y ahora se realizó», añadió.
En 1957, Turniansky hizo aliá a Israel, pero no pudo encontrar trabajo como maestra de escuela primaria. Posteriormente, regresó a la universidad y se encontró con los estudios de yiddish. «Siempre amé la lengua pero nunca imaginé que algún día me gustaría investigarla», manifestó, habiendo hecho en su camino un doctorado en literatura yiddish. «Así que volví a la universidad y no cambié desde ahí», aseveró.
Cuando Turniansky vino a Israel, se encontró en medio de una batalla contra la lengua yiddish y contra cualquier otro idioma que no fuera el hebreo. No fue sino hasta 1962 que la Universidad Hebrea finalmente abrió el Departamento de Yiddish, después de anteriores intentos fallidos.
«Hubo protestas contra la decisión de la universidad de abrir el departamento. El yiddish era considerado el lenguaje de la diáspora, y el hebreo era la pura forma de expresión verbal. Había carteles en toda la universidad diciendo que era vergonzoso abrir ese departamento y que el yiddish era sólo una jerga. Hoy en día la situación es muy diferente. El yiddish es un idioma calurosamente acogido por académicos y estudiantes por igual», indicó.
«Enseñe a miles de estudiantes, muchos de los cuales optaron por estudiar yiddish a fin de comprender sus raíces. Algunos de ellos incluso decidieron hablar sólo yiddish con sus hijos. Mis primeros alumnos hablan yiddish como si hubieran nacido en un shtetl judío en el este de Europa», recalcó.
«Uno de los milagros más grandes del movimiento sionista es el renacimiento del hebreo», enfatizó Turiansky. «Esto no quiere decir que sea necesario olvidar nuestro pasado».
«Hoy el yiddish cuenta con el respeto que siempre mereció. Es un lenguaje rico en humor, profundidad y expresión», continuó.
«La palabra 'Mentch' es el mejor indicador de qué tipo de lengua es el yiddish. Un 'Mentch' no es apenas una palabra que define a cualquier hombre, sino que significa un buen hombre, que aporta a la sociedad y ama a su pueblo. Un 'Mentch' es alguien de quien uno se siente orgulloso de estar en su presencia. Como judios ésto es lo que debemos aspirar a ser, no importa en qué época de la historia estemos viviendo», concluyó la profesora.
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