En medio del boom tecnológico israelí, el Gobierno y muchas de las mayores empresas del sector intentan cerrar una brecha entre aquellos que escriben JavaScript y los que leen las Sagradas Escrituras.
La industria de defensa israelí y su pequeño mercado interno se unieron para ayudar al país a convertirse en un actor importante en el sector tecnológico a nivel mundial.
Eso dio lugar a un conjunto de startups, emprendedores y una ola de acuerdos, así como financiamiento de capital accionario y de riesgo, que transformó a Israel en uno de los centros tecnológicos más prometedores.
No obstante, un gran sector, y de rápido crecimiento, de la población israelí se quedó al margen: los judíos ultraortodoxos, o jaredíes.
«Hasta hace un par de años, los ultraortodoxos no tenían lugar en el país de star-tups», dijo Itzik Crombie, fundador y presidente ejecutivo de iSale Global, una firma jaredí que ayudó a crear hace poco el Foro de Alta Tecnología Jaredí, una organización sin fines de lucro.
El mes pasado, el principal científico del Ministerio de Economía, Avi Hassón, presentó dos iniciativas: 200 horas de asesoría gratuita ofrecidas a emprendedores jaredíes y un nuevo programa con financiación estatal para startups ultraortodoxos de hasta 2 millones de shekels (unos 578.200 dólares).
La financiación va a las mismas startups: por cada shekel que obtienen de un inversionista no gubernamental pueden conseguir 5,6 shekels (alrededor de 1,61 dólares) del Gobierno, como una inversión o préstamo que se puede devolver como un porcentaje de ingresos futuros.
«Más empleados jaredíes en tecnología significa más empleados de tecnología y más innovación», agregó Hassón.
Auspiciados por el Gobierno, los programas que apuntan a los jaredíes ofrecen estudios en ciencias de computación, ingeniería y biotecnología desde hace cinco o seis años.
El Gobierno ofrece un préstamo que equivale al total de la matrícula para jaredíes que fueron aceptados en programas de estudios académicos científicos. Al graduarse, el préstamo se convierte en una beca que el destinatario ya no tiene que devolver.
El Ejecutivo israelí también ofrece subsidios para empleados que contratan nuevo personal jaredí.
Empresas como el proveedor de servicios de tecnología de la información Matrix IT Ltd. y la empresa de semiconductores y servicios de desarrollo de software RaChip Ltd. aprovechan las tasas relativamente altas de empleo de mujeres jaredíes - 69% de mujeres jaredíes de entre 25 y 62 años tenían trabajo en el primer trimestre de 2014 - para ofrecer servicios de desarrollo y seguridad de calidad.
Estas empresas les brindan a las mujeres un ambiente de trabajo del mismo sexo, una conexión de Internet censurada que bloquea el acceso a sitios web considerados no éticos según la Halajá (ley rabínica), y una jornada laboral relativamente corta - según los estándares de la industria tecnológica - de ocho horas, para ayudarlas con el cui¬dado de sus hijos.
Estas compañías ya emplean a miles de mujeres jaredíes que ofre¬cen apoyo y servicios de tecnología. Los salarios bajos y los subsidios les permiten competir con servi¬cios de tercerización de India, Rusia y Europa del Este.
Sin embargo, los hombres jaredíes tuvieron más dificultad para ingresar al sector tecnológico. Una encuesta reciente realizada por la Comisión de Oportu¬nidades Laborales Equitativas del Ministerio de Economía muestra que 37% de los empleadores de Israel no quiere contratar a hombres jaredíes.
Durante más de una generación, la población ultraortodoxa de Israel, en especial los hombres, permaneció principalmente en casas de estudio, seminarios y sinagogas. Sólo 45% de los hombres israelíes jaredíes de 25 a 64 años tenían un trabajo en el primer trimestre de 2014, según el Ministerio de Economía.
Los jaredíes representan alre¬dedor de 12,5% de los más de ocho millones de habitantes de Israel, frente a 9% hace una década, según datos del Centro Taub de Estudios de Políticas Púbicas en Israel.
Las tasas de pobreza en la comunidad aumentaron desde 44% a 57% en la última década.
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