Un grupo de científicos israelíes encontró la forma de prevenir la recaída en los alcohólicos que se están rehabilitando, al bloquear una molécula que activa la memoria asociada con el alcohol.
Este estudio, que comenzó en 2010, se llevó a cabo en ratas, pero el investigador israelí, Segev Barak, de la Escuela Sagol de Neurociencia de la Universidad de Tel Aviv, aseguró que los resultados prometen tener un alto nivel de éxito también en humanos.
Barak realizó la investigación junto con la profesora israelí Dorit Ron de la Clínica y Centro de Investigación Ernest Gallo de la Universidad de San Francisco en EE.UE mientras terminaba su post-doctorado. Ambos acaban de publicar el estudio en la revista «Nature Neuroscience», en el que aseguran que tuvieron un éxito casi completo en prevenir recaídas, algo que afecta al 80% de los alcohólicos en rehabilitación.
El estudio investigó a un grupo de ratas a las que se les dio a elegir entre agua y agua con una dosis baja de alcohol. Cada vez que querían beber de uno u otro líquido, las ratas presionaban una palanca. El 60% presionaba siempre la palanca con alcohol y a medida que se les incrementaba la dosis, los roedores se volvían más dependientes del agua con alcohol.
«A las ratas el alcohol debe de saberles mal, pero aún así la gran mayoría prefería continuar bebiéndolo porque se volvieron adictas», comentó Barak.
«Después de varias semanas de dependencia, les dimos diez días de abstinencia y luego les proporcionamos una gota de alcohol para revivir la memoria de esta sustancia», agregó.
Inmediatamente después de suministrarles esta pequeña cantidad, los investigadores escanearon el cerebro de los roedores y encontraron que la memoria del alcohol activaba áreas muy específicas en ellos.
«Descubrimos que la proteína llamada MPORC1 activaba las neuronas en estas áreas, en el preciso momento en el que las ratas recordaban el alcohol», explicó el investigador.
Así, los científicos israelíes pudieron localizar con total precisión estas memorias y aplicar una droga llamada Rapamycina, que evita que la proteína se active.
«Cuando se trata de recaídas, por lo general hay un tiempo muy corto que se debe aprovechar, de unas cuatro o seis horas, para localizar y borrar la memoria antes de que se ancle en el cerebro, por lo que una vez que se logró que no se asiente, el paciente no recordará esa memoria del alcohol», añadió Barak.
Las ratas que recibieron Rapamycina no presionaron la palanca que suministraba alcohol, incluso hasta dos semanas después, mientras que las que no lo recibieron, continuaron bebiendo el agua mezclada con alcohol.
Barak y Ron continúan ahora su investigación en la Universidad de Tel Aviv sobre la memoria del alcohol, pero sustituyendo el uso de la droga por una estrategia específica de comportamiento.
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