Y muchos goles, porque los hermanos Soriano hicieron 33 y permitieron que el club fundado en 1904 grite campeón cuatro fechas antes del final de torneo.
No alcanza con decir que la cancha estaba llena, desbordaba de amarillo y azul, bajo un cielo en el que no habitaba ni la idea de una nube y el sol lustrando al León Kolvobsky, nombre del estadio en homenaje al inmigrante polaco y judío que instaló en el barrio el fútbol profesional.
Pero el fútbol de Barracas Unidos fue un nubarrón y el 1 a 0 impidió el festejo. En verdad, lo postergó. La hinchada nunca dejó de alentar y despidió al derrotado equipo con el "¡Dale campeón!".
Remeras del Maccabi Tel Aviv se iban del estadio, vacías, a intentar recobrar el alma a los bares del barrio.
Debo confesar que sucumbí a la tentación y volví, yo también, a la nostálgica pizzería Nápoles. Años atrás iba al acto de Iom Haatzmaut en la cancha de Atlanta y luego a Nápoles a hablar de sionismo socialista, el kibutz, las chicas. O desayunaba ahí en el regreso de la noche.
El sábado en Nápoles había una mesa de mujeres jugando al burako y el resto, hinchas de Atlanta esperando el milagro, esperando que Chicago le gane al segundo, Defensores, y así "hacer igualmente aliá" a la B.
Estuve con el talentoso Sebastián Wainraich, quien está orgulloso "de ser hincha de un club que tiene como sobrenombre un estilo de vida". Estuve pensando en Dany L, un fanático amigo que ya no está. Para estar a horas de ser campeón, hay muchos que dieron mucho por este club. ¿Judío?
Algo de eso hay. "En la última campaña para presidencia de la AMIA me llamaron de Avodá para poner publicidad en la voz del estadio y repartir folletos, además recordá que Atlanta futsal jugó en las Macabeadas panamericanas y que la selección de Faccma juega su último partido contra Atlanta antes de ir a cada Macabeada mundial en Israel", me había Fabio Ganiewich, apurado, cuando yo salía de la cancha, pero él se quedaba con los jugadores y el resto de la comisión directiva a esperar el desenlace. Y con su buena onda me va mencionando a otros integrantes de la comisión: "el presi Alejandro Korz, el negro Aizen, Nano Rucki; toda buena gente quedamos todo por el club", explica Fabio.
En 1963 Atlanta fue el primer club argentino en jugar en Israel. Ante 20 .000 personas perdió con la selección y luego derrotó 3 a 1 a Macabi Tel Aviv. Fue además el primer club argentino en jugar en el Estado hebreo y también el primer partido de Atlanta contra una selección extranjera.
Además, el estadio fue sede del festejo de Iom Haatzmaut hasta que la bomba en la AMIA tornó desaconsejable el lugar por temas de seguridad.
Imagino los festejos de la familia bohemia en Israel. Acá hubo emoción en la tribuna "Israel Ganiewich" que revela el aporte de esta familia, que como tantas, dan más vida al club. Allí había tres generaciones, con Don Israel, Fabio y sus tres hijas. Es casi un club de barrio, familiar, que además va creciendo en su forma de organización.
Sucede que el resultado futbolístico va en paralelo a una gestión también exitosa que logró recuperar su sede social, que se había perdido en una quiebra judicial, construyó un nuevo estadio y en base al buen nombre recuperado logró un convenio con Lanús que trajo buenos jugadores.
"Creo que es una gestión tan buena como la de Kolvobsky", dice Wainraich, y sabe de lo que habla. Tras doce años de haber descendido y veinte de una quiebra judicial, la semilla que León sembró hoy la riegan con mucho esfuerzo y los frutos ya pasearán por todo el país desde la B Nacional.
Vaya entonces esta crónica para los boehmios en Israel, para los de Atlanta y para los simplemente bohemios también.
A todo esto, llega un móvil de FOX sport a Nápoles, porque esa pizzería era todo azul y amarrillo y porque allí estaba Wainraich, gritando el primer gol de Chicago. Y el segundo. Bocinazos en Villa Crespo.
Es tan fuerte la asociación del estadio de la calle Humboldt con el barrio judío que al tercer gol de Chicago, el grito es "¡Todos a Villa Crespo!". ¿Y dónde estamos? pregunta azorada una de las mujeres del burako. Y tiene razón, en parte.
Estábamos ahí, pero había que estar allá. No en barrio sino en el estadio. Quedan 4 partidos, 12 puntos en juego y Atlanta le lleva 14 de ventaja a Defensores.
Lágrimas y abrazos, gritos desaforados por Corrientes hacia Juan B. Justo, rumbo al León. Rugidos bohemios. Miradas al cielo.
El partido fue al mediodía y al atardecer, nuevamente al estadio, a la ceremonia del festejo, bajo la primer estrella de Villa Crespo.
Fue el sábado, con la alegría litúrgica del fútbol.
* El escritor y periodista Diego Melamed es autor de "Los judíos y el menemismo"; (Sudamericana, 1999), "IRSE; cómo y porqué los argentinos se están yendo del país"; (Sudamericana, 2002), corresponsal en Argentina de JTA y The Jerusalem Report y conductor de "AMIA el legado" por Canal 7.
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