Yael Lee-Weiss mueve su cabeza en el momento en que las palabras «boicot» y «Beitar Jerusalén» son pronunciadas en su dirección.
Con la atención del futbol mundial en Israel, ya que fue anfitrión del Campeonato Europeo sub-21, la imagen y política del Estado hebreo están a la delantera.
Para una mujer que pasa cada momento de su vida en el combate del racismo y la discriminación, el incidente de febrero pasado, cuando los aficionados de Beitar Jerusalén incendaron las oficinas administrativas del club en protesta por el fichaje de dos musulmanes de Chechenia aún duele.
Muchos hinchas de Beitar son conocidos por su actitud racista hacia jugadores árabes, pero la gravedad del ataque todavía causó sorpresa.
«Se trata de educación y mostrar a estas personas que sus puntos de vista no serán tolerados. Es por eso que hago lo que hago. Es la razón por la que Mifalot está aquí», afirmó Lee-Weiss.
«Mifalot», una iniciativa respaldada por uno de los mayores clubes en Israel, Hapoel Tel Aviv, y dirigida por Lee-Weiss, reúne a niños de todos los ambientes, no sólo en Israel y en Cisjordania, sino en países de todo el mundo.
La ONG, que tiene un centro en los campos de entrenamiento de Hapoel, dirige más de 300 proyectos en todo el mundo incluidos países como Angola, Benín, India, Ruanda, Camerún y Haití.
Respaldada por Avraham Burg, ex presidente del Parlamento israelí y fundada por un conjunto de organizaciones altruistas de todo el mundo, Mifalot utiliza el poder del fútbol para educar a las próximas generaciones.
La ONG ofrece un programa de servicio civil para los que no pueden - o no tienen permitido - entrar al Ejército israelí a la edad de 18 años, en lugar les da la oportunidad de ganar una clasificación como entrenador y un empleo seguro.
Árabes, judíos, beduinos, drusos, todos participan, aunque hay un programa dedicado a aquellos miembros con necesidades especiales.
El proyecto ganó muchos elogios y dio esperanza a aquellos que crecieron cuando la idea de un emprendimiento así parecía un sueño descabellado.
Un ejemplo de integración es la selección nacional sub-21 de Israel. Aunque no pasó de la etapa de grupos en el torneo internacional - la final se llevó a cabo entre Italia y España -, su impacto fuera de la cancha no debe subestimarse.
Un equipo con cinco jugadores árabe-israelíes, dos etíopes y un beduino mostraron cómo, incluso en las regiones más volátiles, el deporte puede romper barreras.
Algunos de estos futbolistas jóvenes se iniciaron en Mifalot y esperan que su ejemplo pueda enviar un mensaje más allá de las fronteras de Israel.
Miriam Abu-Ghanem, ciudadana árabe israelí y miembro de Mifalot, es más conocida como «Mujer Maradona» en su ciudad de Tel Sheva en el sur de Israel.
«La mayoría de nuestras chicas no practican deportes porque creen que es vergonzoso. Sufrimos por esto. Vengo de un hogar que me apoyó, sin violencia o represión, pero muchas otras mujeres sufren en casa», afirmó.
Abu-Ghanem fue la primera jugadora beduina en la liga femenina de fútbol, peros una seria lesión le impidió seguir compitiendo.
En lugar de ello, dos licenciaturas en Educación Física y Educación Especial y una maestría en Administración Educativa, le permitieron convertirse en la primera maestra de Educación Física en la comunidad beduina.
Por medio de la ONG, Abu-Ghanem se decica a entrenar equipos constituidos por chicas judías y árabes con el objetivo de competir y convivir.
«Me dan esperanza. Son el futuro y sé que no haremos mayores cambios en el mundo, pero les damos una salida y algo bueno que buscar», señaló.
«Los cambios tomarán años pero esas niñas crecen», agregó.
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