La realidad es simple: la selección de Uruguay conquistó de manera anticipada su clasificación al Mundial de Brasil 2014 tras golear a domicilio a la de Jordania por 5-0 en el partido de ida del repechaje disputado en Ammán.
Pese a la voluntad manifiesta del combinado jordano y el apoyo entusiasta de su público, encabezado por la famila real, las diferencias técnicas de ambos equipos y sus individualidades fueron notorias y decisivas desde el inicio del encuentro.
Edinson Cavani, con un golazo de tiro libre que se filtró por la escuadra izquierda de la portería hachemita, puso la guinda a un recital al que contribuyeron con sus tantos Maxi Pereira, Christian Stuani, Nicolás Lodeiro y el «Cebolla» Rodríguez.
Pero a veces el sentimiento le gana el partido a la realidad y la hace un poco más complicada. Y ya estando de vuelta en Israel con el corazón latiendo a full, trato de digerir las maravillosas experiencias vividas, especialmente los encuentros inesperados que tuve en Jordania (!) con tantos amigos de toda la vida. Una vivencia realmente surrealista.
Hasta tuve el gusto de compartir el hotel con los jugadores de la selección jordana, que ya están en Montevideo, y que ayer de mañana, cuando bajaron a desayunar, los hinchas uruguayos que estábamos en el comedor los recibimos brindándoles un gran aplauso para levantarles el ánimo, algo que realmente los emocionó a pesar de que esperan otra goleada en el Centenario.
Con el embajador uruguayo en Israel, Bernardo Greiver, otro «tuerto de ley», compartimos la platea y nos abrazamos en cada gol.
Otro momento inolvidable se registró al terminar el partido, cuando los jugadores de la «Celeste» se acercaron a nuestra tribuna para cantar y festejar juntos la clasificación. Son de esos momentos que uno espera que nunca acaben.
Quiero destacar especialmente el comportamiento de la hinchada uruguaya-israelí y el de todos los encargados de seguridad en Jordania que estuvieron no 100 sino 200 puntos durante toda nuestra estadía.
Los cerca de 1.000 uruguayos de Israel que llegamos al Estadio Internacional de Ammán, ratificamos el Tratado de Paz con Jordania. Ese es el poder del deporte.
Y esa fue también la respuesta a todos los pájaros de mal agüero que pensaban que íbamos poco menos que al matadero si Uruguay llegaba a ganar.
En Ammán nunca fue tan cierta la frase de Bill Shankly, el famoso DT británico del Liverpool: «El fútbol no es cuestión de vida o muerte; es mucho más que eso».
Sólo puedo resumir mi sentimiento con «¡Qué lindo haberlo vivido para poder contarlo!»
Fotos: Gentileza Rubén Friedmann y Gerardo Stuczynski
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