El Parlamento israelí iniciará este martes el proceso de sucesión del presidente, Shimón Peres, que a los 91 años dejará su cargo en julio próximo tras un mandato de siete años. Cinco candidatos se presentarán para ser elegidos.
Aunque el cargo carece de atribuciones ejecutivas, la figura del Nobel de la Paz y ex primer ministro hebreo tiene un un gran peso simbólico incluso internacional.
El candidato que resulte electo debe recibir al menos 61 votos, la mitad más uno, de lo contrario habrá una segunda vuelta entre los dos aspirantes más votados.
Se trata de tres miembros de partidos políticos y dos candidatos independientes.
Entre los favoritos están el ex presidente del Parlamento, Reuvén Rivlin (Likud), cercano a la política de asentamientos, pero que goza de un gran prestigio por su rol imparcial en labores legislativas, incluso entre la izquierda, judía y árabe.
Los otros candidatos son la ex presidenta del Parlamento; Dalia Itzik, de Kadima, muy cercana a Peres; el ex ministro Meir Shitrit, del partido Hatnuá que lidera Tzipi Livni; y los independientes Dalia Dorner, ex jueza de la Corte Suprema, y el académico y Nobel en Química, Dan Schechtman, ambos de corte «liberal».
Los cinco lo tendrán difícil para alcanzar la talla de Peres, quien consiguió utilizar esta función protocolaria para promover un mensaje político a favor de la paz.
Rivlin, de amplia trayectoria derechista y demócrata, se perfila como el principal candidato de acuerdo a recientes sondeos de opinión.
De lograrlo, se convertiría en el décimo presidente de Israel en su segunda carrera por el cargo, después de que en la última ocasión en 2007 perdiera frente a Peres.
Con una licenciatura en Derecho en la Universidad Hebrea de Jerusalén, nacido en esta ciudad y de 74 años, casado y con cuatro hijos, Rivlin inició su andadura como parlamentario entre 1988 y 1992.
Tras este primer período, se mantuvo alejado de su escaño durante cuatro años, recuperándolo y conservándolo hasta su nombramiento como ministro de Comunicaciones en el Gobierno de Ariel Sharón, cargo que cambió posteriormente por el de presidente del Parlamento.
El veterano político, identificado como moderado a pesar de la perfilada postura cada vez más derechista del Likud, goza de la admiración de analistas locales de distinto signo gracias a la integridad de su ideología y carácter de independiente.
«Siempre mantuvo sus posiciones de forma independiente, incluso frente a primeros ministros fuertes como Sharón y Netanyahu. Y eso es un buen atributo para la presidencia», aseguró el editorial del diario «Haaretz» en la jornada previa a la elección.
Esta determinación le originó un enfrentamiento público con el otrora presidente del Tribunal Supremo, Aharón Barak, sobre los límites de la corte, y una controvertida crítica al discurso del Papa Benedicto XVI en el Museo del Holocausto de Yad Vashem por su paso por las filas nazis.
Las discrepancias también marcaron su relación con el propio Sharón a causa de la retirada israelí de Gaza, y cuenta con la animadversión de Netanyahu, quien no respaldó en un principio su candidatura.
Su carrera a la presidencia sí goza, sin embargo, de las simpatías de extremistas como el ministro de Economía, Naftali Bennett, que dijo de Rivlin ser un «sionista, con valores y buen corazón. Espero que Israel tenga un presidente como él».
En una encuesta recogida por «Yediot Aharonot», se indica que el 65% de los israelíes apoya su candidatura. La gran mayoría de los sondeos le señalan también como favorito para el puesto.
Defensor del juego democrático, en 2010, Rivlin trató de bloquear una legislación en el Parlamento para que se despojara a la diputada árabe-israelí Hanín Zuabi de sus privilegios parlamentarios como castigo por haber participado en una flotilla con destino a la franja de Gaza para romper el bloqueo israelí.
Por otro lado, Rivlin es contrario a una solución de dos Estados, y son conocidas sus posturas a favor de un Estado único, lo que podría restarle apoyos entre los sectores de centro e izquierda.
Su pluralismo democrático no se traduce, no obstante, en el terreno religioso, debido a que defiende que la ortodoxia judía continúe al frente de las cuestiones civiles en la sociedad israelí.
El presidente saliente Peres devolvió el prestigio al cargo, de carácter simbólico pero considerado la cara de Israel en el exterior, socavado por sus predecesor Moshé Katsav, que cumple una pena de cárcel culpado de violación y acoso sexual.
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