Israel reaccionó a la firma de un acuerdo de reconciliación entre las organizaciones palestinas Hamás, que controla la Franja de Gaza, y Al Fatah, cuyo líder y presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbás, gobierna en Cisjordania.
Apenas un par de horas después de que se conociera ese pacto el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, suspendió la reunión programada entre los negociadores de ambas partes con la mediación de Estados Unidos.
Netanyahu recordó que Hamás está considerado por Estados Unidos y la Unión Europea (UE) como una organización terrorista y que Abbás no puede negociar con las dos partes a la vez.
«Mientras aún había contactos para prolongar las negociaciones, Abbás eligió a Hamás en lugar de la paz con Israel. Quien elige a Hamás no quiere la paz», afirmó.
Israel recibió con indignación el acuerdo de reconciliación entre Al Fatah y Hamás, que incluye la formación de un Gobierno de transición en cinco semanas y elecciones en el plazo de seis meses desde entonces.
Por su parte, la Organización para la Liberación Palestina (OLP) criticó el rechazo mostrado por el Gobierno israelí al acuerdo entre Al Fatah y Hamás y acusó al Ejecutivo de Netanyahu de utilizar ese pacto como una «excusa para no avanzar en las tratativas.
El negociador palestino, Saeb Erekat, aseguró que «Netanyahu y su Gobierno usaban la división palestina como excusa para no llegar a un acuero. Ahora quieren utilizar la reconciliación para el mismo objetivo».
Para Erekat, la postura israelí es «absurda». «La única conclusión lógica es que el Gobierno de Netanyahu no quiere la paz», agregó y advirtió de que «la reconciliación nacional es un imperativo para lograr una paz justa y duradera en la región».
El jefe negociador palestino añadió que la reconciliación con Hamás y el diálogo con Israel no son incompatibles. En cambio, consideró que sí existe un conflicto entre «la continuación de la construcción en los asentamientos y la creación de dos Estados soberanos y democráticos que vivan juntos conforme a las fronteras de 1967».
A su vez, el ministro israelí de Exteriores, Avigdor Liberman, lamentó que los palestinos recurran a «amenazas» para tratar de prolongar las negociaciones, en alusión a la supuesta disolución de la AP si las tratativas concluyen sin acuerdo.
Sobre este tema, Liberman aclaró que cualquier decisión sobre el futuro de la actual administración presidida por Abbás corresponde a los palestinos y no a Israel. No obstante, reconoció que «estamos preparados para cualquier escenario futuro».
Liberman insistió en que Israel es «una isla de estabilidad y prosperidad en Oriente Medio». En este sentido, señaló de que la región se convirtió «en un huracán de masacre y violencia».
«Esperamos más compresión y más apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea para una pequeña democracia en este enorme océano de terror y masacres», añadió el jefe de la diplomacia hebrea.
No obstante, el Gabinete de seguridad israelí se reunirá hoy jueves para discutir sanciones contra los palestinos después del acuerdo de reconciliación, indicó la radio pública hebrea.
Durante esa reunión especial se anunciarán varias sanciones, agregó la emisora. Sin embargo, la radio excluyó que se anuncie un posible cese completo de las negociaciones con la AP que se encuentran estancadas.
Estados Unidos, que considera a Hamás como una organización terrorista, señaló que este acuerdo podría «complicar seriamente» los esfuerzos del secretario de Estado, John Kerry, para lograr extender las tratativas entre las partes.
La portavoz del Departamento de Estado, Jen Psaki, advirtió que si el Gobierno de unidad palestino anunciado este miércoles no se compromete a respetar la existencia de Israel puede afectar seriamente las tratativas.
«Cualquier Gobierno palestino debe comprometerse sin ambigüedad a respetar los principios de no violencia, los acuerdos internacionales firmados y la existencia de Israel», dijo Psaki.
«En ausencia de un claro compromiso con estos principios, ello puede complicar nuestros esfuerzos para prolongar las negociaciones», aseveró.
«Es difícil prever cómo Israel podría negociar con un Gobierno que no cree en su derecho a existir», agregó, subrayando que Estados Unidos está «decepcionado» ante este anuncio.
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