Los palestinos ven las próximas elecciones legislativas en Israel con pesimismo, tras comprobar que el proceso de paz está más que estancado, por no mencionar la reelección del primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, que se da por segura.
«Tras cuatro años de proceso de paz paralizado, la gente no tiene esperanza alguna de que las cosas vayan a cambiar para mejor», dijo Hani Masri, analista político palestino y columnista de varios diarios de Ramallah.
Ayman Abdullah, un experto en tecnología de la información en Ramallah, se muestra de acuerdo. «Creo que los israelíes ahora piensan más en su economía y sus condiciones de vida que en la política con los palestinos», afirmó.
«La sociedad israelí está girando fuertemente hacia la derecha muy e incluso a Netanyahu se le considera ahora un moderado. Los israelíes quieren líderes intransigentes porque tienen la sensación de que les puede aportar seguridad y con la seguridad llega la prosperidad», agregó.
«Por ello, todo lo que veremos en el futuro es más asentamientos, más arrestos y más represión», añdió Abdullah.
Jalil al-Sakani, un taxista de 40 años de Gaza, teme incluso que se produzca una tercera Intifada, un levantamiento palestino.
Desde que estalló la segunda Intifada a fines del 2000 tras un estancamiento en el proceso de paz, los partidos moderados vieron cómo iban perdiendo apoyo. En el arco parlamentario, de 120 escaños, los extremistas se convertieron en mayoría.
«Las encuestas pronostican una victoria de la ultraderecha nacionalista y religiosa y los ultraderechistas incluso recibirán más apoyo el mismo día de los comicios», sostuvo Al Sakani.
A pesar de que los sondeos muestran que una mayoría de ambas partes sigue apoyando la solución de dos Estados, la mayoría de israelíes y palestinos realmente cree que la otra parte no quiere paz. Ello debilita el apoyo a los partidos a favor del compromiso.
En las últimas elecciones legislativas en 2006, los palestinos votaron a Hamás, que no reconoce el derecho a la existencia de Israel.
En tanto, en las legislativas en Israel en 2009, el partido nacionalista Likud de Netanyahu y el del líder ultraderechista de Israel Beitenu, Avigdor Liberman, ex ministro de Exteriores, salieron reforzados.
Las encuestas de opinión pronostican que en las elecciones del martes habrá otro partido ultraderechista más: Habait Haiehudí, del empresario Naftali Bennett.
Actualmente es una de las formaciones más pequeñas del Parlamento con apenas tres escaños, pero podría cuatriplicar o quintuplicar el número de diputados y convertirse en la tercera fuerza política del país.
Las voces críticas en Cisjordania cargan contra el presidente palestino, Mahmud Abbás, por inconscientemente haber contribuido a este impasse en el proceso de paz.
Abbás, en un intento por no perder apoyo frente a Hamás, se negó a negociar con Netanyahu a menos que Israel detenga todas las construcción de todos los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Oriental.
Pero si su estrategia era esperar que acabase el mandato de Netanyahu con la esperanza de que otro Gobierno israelí más moderado asumiese el mando, la apuesta parece haber sido desacertada.
Su negativa a conversar facilitó a Netanyahu, Liberman y Bennett el argumento de que «no hay un socio interlocutor para la paz». Los sondeos auguran que los tres partidos juntos podrían contar con casi 50 escaños.
El analista Masri coincide en señalar que Abbás contribuyó a esta situación de estancamiento, pero no por ser demasiado duro. En realidad es por haber sido demasiado complaciente y «más moderado de lo necesario».
«Los israelíes no sienten que los palestinos supongan un peligro y por eso piensan '¿por qué les íbamos a dar nada?'. Abbás mostró ser tranquilo con los israelíes a través de su cooperación en seguridad, lo que hizo pensar a los israelíes que todo está bien», agregó.
«Abbás fue demasiado lejos por la paz e incluso superó todos los límites palestinos. Y en lugar de cooperar con él, los israelíes lo premian declarándolo irrelevante», declaró Masri.
«El proceso de paz está muerto», dijo el estudiante de ingles, Anwar Hamed, de 21 años, en el centro de Ramallah. En su opinión «la presión de las potencias extranjeras sobre Israel es nuestra única esperanza. La solución no va a llegar de dentro de Israel sino de fuera».
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