A pocos días de conmemorarse el Día Internacional del Recuerdo del Holocausto judío, hablar de lo ocurrido entre 1933 y 1945 sigue siendo difícil en Alemania. Pero aún es más complicado enfrentarse a situaciones que se creían superadas y que vuelven a aflorar, como el antisemitismo latente en una parte de la sociedad.
Un informe de expertos encargado por el Bundestag (Parlamento) constata que las actitudes antisemitas aumentaron en los últimos años, y no sólo en los círculos de la ultraderecha o entre los grupos islamistas, algo que se podría evaluar como «normal«, sino también en el resto de la sociedad germana.
Las razones que esgrime el informe del Parlamento alemán para explicar este creciente rechazo hacia los judíos se refieren a los «profundos clichés» y al «desconocimiento» de ese sector social por parte del resto de la sociedad.
Los expertos afirman que hay una costumbre extendida a lo largo y ancho de la población de difundir ofensas hacia las prácticas cotidianas de los judíos. También se hace especial hincapié en el papel clave que juega internet como altavoz y multiplicador de los mensajes antisemitas.
La constatación de que el antisemitismo está creciendo en Alemania se suma a la oleada de noticias relacionadas con la ultraderecha que últimamente hicieron saltar las alarmas. Desde noviembre de 2011, cuando se descubrió la existencia de un pequeño grupo terrorista neonazi en la ciudad de Zwickau, el renacimiento del nazismo está cada día en las portadas de la prensa, y los políticos recogieron el guante.
El Bundestag ya está debatiendo la puesta en marcha de una base de datos a través de la cual se quieren controlar las actividades de personas sospechosas de pertenecer a grupos neonazis. Está previsto que la base de datos registre movimientos en cuentas bancarias, correos electrónicos y llamadas de teléfono, lo que está provocando un agrio debate entre miembros del gobierno federal.
Según la ministra de Justicia, Sabine Leutheusser-Schnarrenberger, es posible que acumular tal cantidad de información vaya contra las leyes de protección de datos, mientras que el ministro de Interior, Hans-Peter Friedrich, es partidario de seguir una línea dura y de llevar a cabo un control aún más férreo.