Los judíos de Ucrania temen más a un conflicto derivado de la crisis en Crimea que al supuesto antisemitismo que la prensa rusa atribuye a los militantes que instalaron un poder proeuropeo en Kiev.
El rabino de Kiev y de Ucrania, Moshé Reuvén Azman, declaró a la prensa que no ve antisemitismo ni en la Plaza Independencia de Kiev, donde se concentraron las manifestaciones, ni en la capital, ni en Ucrania. «Hay que saber distinguir entre nacionalismo y nazismo», afirmó.
«Incluso, Dimitro Iarosh, el líder del movimiento nacionalista de derecha Pravy Sektor, dijo a los medios que no era xenófobo», señaló el rabino.
«La semana pasada, junto a Vadim Rabinovich, presidente del Congreso Judío Ucraniano, llamamos a los jefes de la comunidad y a todos los rabinos del país y nadie señaló el menor comentario o manifestación antisemita», agregó.
Tanto el presidente del Consejo Judío de Ucrania, Ilya Levitas, como el portavoz de la comunidad judía de Odesa, Berl Karpulkin, opinaron igual que el rabino Azman.
Ucrania cuenta con la tercera comunidad judía de Europa, con más de 300.000 personas.
La historia de la comunidad judía en Ucrania estuvo marcada por periodos de prosperidad, pero también de persecuciones sangrientas que degeneraron en pogromos, en el siglo XIX y sobre todo a comienzos del XX.
La ocupación por la Alemania nazi causó alrededor de un millón de muertos entre los judíos, muchos asesinados por nacionalistas ucranianos, colaboradores de los ocupantes. La peor de las masacres, y la más conocida, es la de Babi Yar, en Kiev, en la que 33.771 judíos fueron asesinados entre el 29 y el 30 de septiembre de 1941.
Tras la caída y desmembramiento de la URSS, unos 250.000 judíos emigraron de Ucrania a Israel, en tanto el antisemitismo conoció un descenso gradual en el país.
Las declaraciones de los líderes judíos suenan como una respuesta a las advertencias de Moscú, que reprocha a Occidente su ceguera ante la presencia de extremistas entre los contestatarios de la plaza Independencia de Kiev, que propiciaron con su movilización la caída del presidente prorruso Viktor Yanukovich el pasado 22 de febrero.
De hecho, si existe, el antisemitismo es casi invisible en Ucrania.
El líder del partido nacionalista Svoboda, miembro de la coalición en el poder, Oleg Tiagnybok, ocupa el segundo lugar en una lista estadounidense en la que figuran los antisemitas más destacados, a causa de declaraciones que hiciera hace una década atrás y que le valieran ser excluido de su grupo parlamentario.
Pero actualmente no se permite hacer en público el menor comentario que pueda traer recuerdos de aquello.
Tanto el rabino Azman como Karpulkin recuerdan que tras el único incidente en los últimos meses, en febrero, en el que unos desconocidos lanzaron un cóctel molotov contra una sinagoga de Zaporojie, en el sureste del país, los representantes del movimiento del Maidán fueron a ofrecer a la comunidad judía local la protección de su servicio de orden.
Ante el conflicto ruso-ucraniano en Crimea, la comunidad judía adopta una actitud prudente - la misma que la sociedad global ucraniana -, al afirmar que sobre todo desea que se evite la violencia.
«Estamos a favor de las negociaciones. Que los políticos se entiendan entre ellos. Nosotros oramos por la paz», dijo el rabino Azman.
Krapulkin, por su parte, confirmó que en Crimea también reina la calma entre los judíos, esto a pesar de que hace un par de semanas alguien pintó una esvástica en la sinagoga de la capital Simferopol. «Se ignora quién lo hizo, si fueron los pro o los antirrusos», señaló.
Sin embargo, un grupo importante de dirigentes de las principales organizaciones judías de Ucrania tomó posición la semana pasada con una petición al presidente ruso, Vladimir Putin, en un tono muy agresivo.
«La convicción, mostrada en su conferencia de prensa, de que el antisemitismo aumenta en Ucrania no corresponde a la realidad», aseveró en una petición, firmada entre otros por Iosif Zisels, presidente de la Federación de Organizaciones Judías de Ucrania.
«Eso quiere decir que usted elige de manera intencional mentiras y calumnias en lo que respecta a las informaciones sobre Ucrania», añadió, llamando a Putin a dejar «de interferir en los asuntos ucranianos y de animar al separatismo prorruso».
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