Una nación de ovejas engendra un gobierno de lobos. (Edward Murrow).
Tiene razón Richard Stengel, editor del famoso magazine norteamericano «Time», cuando corona a Netanyhau como rey de Israel. «No tiene contrincantes. Al mismo tiempo que a otros líderes del mundo los dejan fuera de carrera, Netanyhau se vislumbra victorioso. Con una mayoría impenetrable, tiene todas las posibilidades de convertirse en la personalidad histórica que siempre soñó ser. De acuerdo a como lo apodan algunos analistas, Netanyhau es el rey de Israel» (Magazine Time; 17.5.12).
También acierta el poeta y músico Shalom Janoj cuando califica a los israelíes como tontos que se dejan manejar por el liderazgo económico del país.
En el amargo diciembre
gritaban los titulares:
El ministro de Finanzas se entrevistó en TV.
La gente es tonta;
por eso la gente paga.
Lo que viene fácil,
desaparece con la misma facilidad.
El ciudadano «chico»
es obligado a pagar «a lo grande».
(Párrafo de «Esperando al Mesías»; Shalom Janoj)
Los acontecimientos políticos y económicos de esta semana en Israel confirmaron la total veracidad de tales afirmaciones. El impuestazo seguido de un feroz tijeretazo presupuestario que decretó el gobierno de Netanyhau, demostró que el primer ministro de Israel es soberano de tomar toda decisión que se le ocurra en tanto el pueblo sólo atina a rezongar y gruñir en voz baja.
El creciente desequilibrio de las cuentas nacionales determinó que el retorno a una armonía presupuestaria entre ingresos y egresos se convirtiera en una decisión inevitable. Netanyhau y el ministro de Finanzas inmediatamente acusaron a la recesión mundial, aunque es de público conocimiento que el culpable está entre nosotros. «Gran parte de la ampliación del déficit presupuestario no es motivado por la desaceleración económica, sino que principalmente por la tremendamente agresiva reducción de impuestos que se efectuó los últimos años con Netanyhau como principal promotor DK. De esta reducción de impuestos se benefició, en realidad, la población rica. Ahora el gobierno presenta factura, en su gran parte, a la población más débil» (Entrevista a Momi Dahán, Profesor de la Escuela de Política Estatal de la Universidad de Jerusalén; Globes; 30.7.12.
Para reconfirmar esta llamativa preferencia del gobierno en beneficiar a los grandes magnates al tiempo que no duda en exprimir a la mayoría de la población, cabe mencionar que el mismo vice ministro de Finanzas de Israel reconoció que los grandes emporios internacionales que operan en el país (tanto israelíes como extranjeros - el capital sólo busca beneficio, no banderas) pagaron impuestos a la ínfima tasa del 3,3% sobre sus ganancias en el año 2010 («Grandes empresas sólo pagaron el 3,3% de sus ganancias en 2010»; Walla; 25.7.12).
A este filantrópico gesto del gobierno hacia los «pobres empresarios», se debe agregar las dadivosas intenciones del ministerio de Finanzas de fijar un impuesto ridículamente bajo para las multimillonarias ganancias hasta ahora no distribuidas de empresas multinacionales que se proponen invertir esos importes justamente en el exterior. Se trata de un monto que rondaría en los 30 mil millones de dólares y el beneficio implícito en la rebaja impositiva llegaría hasta los 8 mil millones de dólares, mucho más del doble de todo el importe ingresado o ahorrado en las últimas medidas económicas.
A decir verdad, a nadie le debe llamar la atención las conocidas inclinaciones preferenciales de Netanyhau por un capitalismo salvaje. Lo que sorprende más es la sumisión pasiva a la que cada día se somete con mayor intensidad la mayoría de la población de Israel.
Mientras pueblos árabes de la región mostraron el valor de rebelarse contra dictadores salvajes, los habitantes del Estado judío sólo son capaces de agachar la cabeza cuando sus líderes no se cansan de despojarlos. ¡Qué importa que se inmolen unos pocos desgraciados si se puede garantizar que el gobierno se mantenga estable, que los magnates judíos puedan seguir engrosando su billetera y la colonización de Cisjordania continúe!
El presupuesto de Salud deberá ser reducido dolorosamente en tanto el ministro de Finanzas no tiene problemas en garantizar una avalancha presupuestaria para la nueva Universidad Judía de Ariel en Cisjordania creada sólo bajo autorización de las botas y metrallas de los generales del Ejército de Israel y en contra de la opinión de la autoridad científica y académica competente.
La docilidad del pueblo de Israel no le permite ponerse firme cuando le tocan el corazoncito de judío con conmovedoras declaraciones. No en vano en el último tiempo nos aturden los oídos con pavorosas amenazas: ¡Ahmedinejad!, ¡Assad!, ¡bomba atómica!, ¡Holocausto!
Como es normal, las falsas promesas de Netanyhau nos pronostican un futuro de maravillas. «Los ciudadanos de Israel finalmente tendrán más dinero en el bolsillo» (Walla; 26.7.12).
Quienes acumulamos años de experiencia con compromisos políticos incumplidos, sabemos a ciencia cierta que después de estos recortes y tijeretazos con Netanyhau en el poder debemos preparar una buena dosis de anestesia pues se nos vienen las amputaciones.
Ojalá me equivoque…
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