Nunca antes un primer ministro israelí fue enviado a la cárcel por un juez. Hasta ahora. Ehud Olmert, jefe de Gobierno entre 2006 y 2009, fue encontrado culpable de soborno por un tribunal del distrito de Tel Aviv y marchará preso por seis años.
El juez David Rozen consideró probado que recibió al menos dos pagos de 500.000 y 600.000 shekels para aplacar los obstáculos legales y urbanísticos que complicaban el levantamiento del complejo residencial de lujo Holyland, en Jerusalén.
Entonces Olmert era intendente de la ciudad. El fallo arrojó dos conclusiones: Olmert tendrá que cumplir pena de cárcel y su carrera política, que intentó revivir en los dos últimos años, está acabada.
Su investigación judicial es posiblemente la más polémica que envolvió nunca a un político israelí. Abordó el periodo en que Olmert ocupaba la municipalidad de Jerusalén, entre 1993 y 2003, y sus años posteriores como ministro de Infraestructuras, Comercio e Industria.
Junto a él fueron condenados a prisión otras siete personas relacionadas con el caso que, según el juez Rozen, «la podredumbre de sus hechos ni siquiera se realizó a puertas cerradas.
Toda la red movió nueve millones de shekels en sobornos que, en el caso Olmert, se tramitaban a través de su jefa de oficina, Shula Zaken, y de su hermano, Yossi, con sobres de dinero entregados en mano.
Así, el terreno donde hoy se levantan las torres más imponentes de Jerusalén, junto a grandes carreteras, el centro comercial de Malja y el Estadio Teddy, pasó de contemplar una zona de obra de 25.000 metros cuadrados a 311.000.
El juez Rozen, en el resumen de la sentencia, denunció que en aquellos años «el Gobierno se hizo más corrupto y podrido. Olmert mintió a esta corte. Rechazo su relato en su totalidad».
El ex primer ministro siempre se declaró inocente desde que comenzó el proceso judicial. Sin embargo, se encontró con testimonios contradictorios - hasta de su hermano - y con numerosa documentación - papeles desordenados, datos añadidos, informes confusos - que arrojaron más sombras sobre su gestión, sobre las que el magistrado incidió especialmente.
Estos dos años de juicio sirvieron para acumular testimonios de 103 personas, 9.000 páginas de transcripciones, 800 relatos de la acusación y 500 de la defensa. El juez Rozen se empeñó en avanzar rápido, con tres y cuatro audiencias semanales.
Antes del veredicto, Zaken, mano derecha de Olmert durante 30 años, accedió a colaborar con la Fiscalía entregando unas supuestas grabaciones en las que, según ella, se escucha claramente que su patrón trató de impedir que testificara, lo que acarrearía otro posible delito de obstrucción a la justicia y coacción o manipulación de testigos.
Finalmente, el juez entendió que la grabación no tiene expresamente que ver con el caso Holyland y mandó a Olmert a la cárcel, pero es posible que, en breve, el ex primer ministro tenga que someterse de nuevo a juicio por estas revelaciones. Zaken llegó a un acuerdo para ser condenada sólo a 11 meses de prisión y a una multa, por cooperar con la justicia. No es seguro que ante la gravedad de los hechos, el juez acepte el trato.
Olmert dejó su cargo como primer ministro presionado por escándalos como este y dedicó estos años a defenderse. Sin embargo, en 2013 reconoció públicamente su interés en regresar a la primera línea política.
El juez Rozen puso punto final a sus aspiraciones.