«Una década de guerra ha terminado, una recuperación económica ha comenzado». Con estas palabras en su discurso de inauguración, el reelecto presidente norteamericano, Barack Obama, resumió su primer mandato y al mismo tiempo con ellas presentó lo que quiere que sea su segundo periodo en la Casa Blanca luego de prestar juramento en el Capitolio.
Ante centenares de miles de personas, Obama propuso una mayor renuncia a la acción militar - «todavía creemos que seguridad duradera y paz permanente no requieren perpetua guerra» -, y una apuesta por recetas económicas que hagan pagar más a los ricos y no anulen gastos sociales. El mandatario estadounidense también se comprometió con los derechos de gays e inmigrantes.
En una llamada a la unidad nacional, Obama indicó que los retos que tiene por delante EE.UU sólo pueden ser abordados si cesa la fuerte confrontación ideológica que se vive en las trincheras políticas de Washington. «Estamos hechos para este momento, y lo atraparemos siempre que lo hagamos juntos», dijo.
La mayor parte del contenido de su discurso estuvo orientado a la política interna. No obstante, tuvo también palabras claras sobre política exterior, que venían a acentuar la línea seguida por la Casa Blanca, de apuesta por el multilateralismo y repliegue de presencia en el exterior. «Mostraremos coraje para intentar resolver nuestras diferencias con otras naciones pacíficamente, porque entablar confrontación puede llevar a sospechas y miedos más durables», declaró.
«América», agregó Obama, «seguirá siendo el ancla de fuertes alianzas en cada rincón del globo, y renovaremos todas esas instituciones que extienden nuestra capacidad de gestionar crisis afuera, pues nadie tiene mayor interés en un mundo en paz que su nación más poderosa». Aseguró que EE.UU. apoyará el avance de la democracia en los demás continentes, incluido Oriente Medio y norte de África.
Pero la agenda más inmediata de Obama es la económica, y justificó su insistencia en que la mayor parte de la carga sea para las rentas más altas, algo que los republicanos consideran demagogia de lucha de clases: «Este país no puede triunfar cuando un número de personas cada vez más reducido les va bien y a una creciente mayoría apenas puede salir adelante. Creemos que la prosperidad de América debe descansar sobre los amplios hombros de una emergente clase media».
En su pugna con los republicanos, que le piden amplios recortes presupuestarios para reducir la excesiva deuda que tiene el país, Obama se mostró poco dispuesto a recortes en programas sociales como el sistema sanitario o de pensiones. «Estas cosas no restan nuestra iniciativa» para salir de la crisis, «no nos hacen una nación de subsidiados; nos hacen libres para tomar los riesgos que nos hacen una gran nación».
El presidente renovó su compromiso en la lucha contra el cambio climático, el área en que los propios activistas demócratas más incumplimientos atribuyen a Obama. Este no hizo autocrítica, sino que apuntó a aquellos oponentes republicanos que «aún niegan el abrumador juicio de la ciencia».
Hizo además un repaso de los derechos que la Constitución estadounidense proclama, y la luz de la formulación de que «todos los hombres han sido creados iguales» prometió dar más pasos sobre los derechos de los homosexuales, y dio a entender que impulsará la esperada reforma inmigratoria, así como medidas que garanticen mejor el derecho al voto.
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