Mientras que la Autoridad Palestina no ha dejado de ampliar el apoyo político para la próxima votación en la Asamblea General de la ONU, la comunidad internacional ha desviado la atención del tema central: la sostenibilidad económica y social del futuro estado.
Cualquiera que tome en cuenta el auge de la economía de Cisjordania, creciendo a un ritmo anual del 9%, no puede hacer más que sorprenderse. Sin embargo, un informe reciente del Banco Mundial advierte que el notable crecimiento, reflejado en el boom inmobiliario de Ramallah hoy en día, debería considerarse como un motivo de preocupación, llegado septiembre.
Ocurre que la economía ha sido impulsada durante años por fondos externos destinados a contrarrestar los altos niveles de gasto público por parte de Hamás en Gaza y el partido Al Fatah en Cisjordania.
Es de destacar que a través del Plan Palestino de Reforma y Desarrollo, aprobado hace tres años, se posibilitó que la Autoridad Palestina accediera a subvenciones de $ 7,7 billones, pero la ineficiencia de Abu Mazen en el desarrollo de la infraestructura necesaria para la independencia económica ha hecho de esta ayuda un obstáculo para la soberanía del futuro pueblo palestino.
Las asimetrías económicas
Desde 1948, el Estado judío ha enfrentado y superado toda una serie de retos relativos a su propia existencia, caracterizados por grandes disparidades regionales. Tal como dijo alguna vez Golda Meir, el arma secreta de Israel en su lucha contra los árabes era no tener otra alternativa.
Por el contrario, Israel tiene hoy una oportunidad histórica para asumir un papel activo en la creación de un Estado palestino, ayudando a mejorar sus instituciones y trabajando por la reducción de las asimetrías económicas. El fracaso de las teorías neoliberales muestra que los mecanismos de mercado resultan insuficientes para llevar a cabo esta tarea, y que la corrección de las asimetrías, que tiene como fin asegurar un status quo no beligerante con los habitantes de Cisjordania y la Franja de Gaza, depende en gran medida del papel que adopte Israel.
De acuerdo con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), el ingreso per cápita en Cisjordania y la Franja de Gaza, en términos de paridad del poder adquisitivo (PPA), que se utiliza para comparar las variables económicas de los diferentes países en términos de costo de vida, fue de 3,351 dólares en 2010; casi nueve veces menos que el ingreso per cápita en Israel, que se situó en 29.805 dólares.
Aunque la Oficina Central de Estadísticas de la Autoridad Palestina informa que el desempleo en su territorio viene disminuyendo desde 2008, fuentes oficiales de los Estados Unidos afirman que a finales de 2010 la tasa de desempleo, dado por el porcentaje de personas desempleadas que buscan trabajo en relación con la población activa en el mercado laboral, era del 37,4 por ciento en la Franja de Gaza y del 16,5% en Cisjordania. Estos niveles de desempleo se consideran extremadamente altos; en conjunto representan 254.310 trabajadores desempleados. Mientras que Israel, en el mismo período, registró una cifra estimada de 192,740 trabajadores desempleados, la tasa de desempleo del estado judío alcanzó solamente un 5,8%, explicado en gran medida por el desempleo friccional que refleja un fenómeno de transición, de trabajadores que van de un empleo a otro.
No cabe duda de que el flagelo del desempleo está estrechamente vinculado con la pobreza, y los datos proporcionados por la CIA son coherentes con las cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual indica que más del 70% de la población de la Franja de Gaza y el 46% de la población de Cisjordania se encuentra bajo la línea de pobreza, por lo que el número total de pobres en ambos territorios ronda los dos millones y medio de personas.
Israel declara tener una tasa de pobreza del 23,6%, pero la base del cálculo - $7.30 diarios por persona, en comparación con el $1.25 PPA estándar determinado por el Banco Mundial - impide una comparación cuantificable con su homólogo palestino.
Construcción del estado vs. Declaración de estado
La declaración de independencia de un estado palestino probablemente respete el criterio territorial basado en las fronteras de 1967, pero los planes de desarrollo económico y social a favor de la coexistencia son todavía inciertos.
La relativa incapacidad del Gobierno de Abbás para hacer frente a estos urgentes desafíos, y la imposibilidad de imaginar un escenario con un nuevo socio palestino, requiere una reformulación total del enfoque del próximo estado árabe.
La magnitud de las asimetrías entre Israel y la Autoridad Palestina favorece la posición de los grupos políticos fundamentalistas financiados por Irán. Para contrarrestar esta situación, y compartir así la oportunidad de una supervivencia, los palestinos y los israelíes tienen que estar dispuestos a dejar de jugar a desafiarse mutuamente para saber quién se rendirá primero, y considerarse a sí mismos como las partes indispensables de una solución común que haga honor a las palabras del profeta Isaías: "Y pondré paz por tu gobierno, y justicia por tus opresores".