El soldado israelí Gilad Shalit, liberado el pasado octubre en un canje por más de mil presos palestinos, se puso en huelga de hambre al final de su cautiverio para presionar a Hamás, informó el diario "Yediot Aharonot".
El rotativo publicó un artículo en el que aporta detalles hasta ahora desconocidos sobre los más de cinco años que Shalit permaneció retenido en Gaza por el brazo armado de Hamás y en los que fue regularmente alimentado y no fue maltratado, más allá de golpes puntuales sin consecuencias.
A causa de la huelga de hambre, Shalit alcanzó tal punto de malnutrición que varios dirigentes de Hamás temieron por su vida, lo que aceleró el acuerdo con Israel para su liberación.
La muerte de Shalit hubiera rebajado su precio, algo que ablandó la negativa de Ahmed Yábari, líder del brazo armado de Hamás, a los términos de un acuerdo que la dirección política del movimiento le presionaba a aceptar.
Otro de los detalles interesantes que muestra el artículo es el rigor y organización que mostró Hamás en el asunto.
Shalit estuvo custodiado únicamente por cuatro de sus miembros que había traído del exterior específicamente para la misión y que nunca desde 2006 salieron de la casa o fueron reemplazados, para evitar la más mínima filtración o pista sobre el paradero del soldado.
Shalit vivió en una guarida situada debajo del nivel del suelo y oscura la mayor parte del tiempo. Durante el día recibía algo de luz a través de ventanas cubiertas con tablones y podía escuchar o ver en ocasiones los informativos de radio y televisión en árabe. Hamás no permitió que entrase ningún otro aparato electrónico por temor a que el Ejército israelí, uno de las más tecnológicamente preparados del mundo, lo utilizase para trazar su paradero.
En la última etapa sus guardianes también le permitieron hacer ejercicio.
Hasta el mismo día de la liberación Hamás mostró enorme disciplina y eficacia para ocultarlo, y evitar así una operación relámpago de rescate.
Desde la captura, los servicios de inteligencia israelíes se emplearon a fondo para tratar de determinar la ubicación del lugar al que había sido trasladado. En un momento dado, Israel pensó que había obtenido una buena pista de que Shalit estaba en una casa del norte de Gaza rodeada por un muro.
Israel trató de determinar dónde estaba exactamente la vivienda e incluso se planteó una operación de rescate, pero descubrió poco antes que la fuente real de los datos era Irán y Hamás.