Es, sin duda, el inquilino más incómodo de todo El Cairo. Siete meses pasaron desde que la Embajada israelí fuera atacada en la capital egipcia y, desde entonces, la delegación diplomática hebrea no consigue encontrar a nadie que quiera alquilarle o venderle un edificio en la ciudad.
Las dificultades para encontrar un espacio para la embajada podrían ser premonitorias del futuro que se avecina para las relaciones diplomáticas entre ambos países en un escenario dominado por los islamistas.
El embajador de Israel en Egipto, Yaakov Amitai, lleva semanas trabajando desde su habitación de hotel en El Cairo debido a que no conseguió, por ahora, encontrar una nueva sede, publicó el diario «Asharq al Awsat».
Hace dos semanas, los israelíes recibieron permiso de las autoridades egipcias para vaciar la antigua embajada.
A pesar de la altura (piso 22) y del muro de hormigón que el Ejército instaló alrededor del bloque, el pasado septiembre manifestantes furiosos consiguieron destrozar la valla, trepar hasta el apartamento, colarse por la ventana y destruir cientos de documentos, que lanzaron al vacío para éxtasis de la masa congregada abajo.
Pese a los acuerdos de paz de Egipto con Israel y de las políticas de acercamiento de los años de Hosni Mubarak, un profundo sentimiento antiisraelí prevaleció en la mayor parte del pueblo egipcio, con independencia de la religión o la clase social. Los recuerdos de las guerras pasadas y, sobre todo, la empatía con el pueblo palestino, son los principales motivos.
El auge de formaciones políticas islamistas como el Partido Libertad y Justicia de los Hermanos Musulmanes o las fuerzas salafistas, con un discurso beligerante contra el Estado hebreo, desataron el nerviosismo en Israel.
«No les niego que estamos preocupados», admitió el general retirado Amós Gilad, un alto funcionario del ministerio de Defensa israelí, para añadir: «Los líderes de los Hermanos Musulmanes siguen diciendo que van a mantener la paz, pero no estoy tan seguro».
La cofradía, que presentó recientemente al hasta entonces «número dos» de la hermandad, Khairat El Shater, como candidato a las elecciones presidenciales, y que controla casi la mitad del Parlamento egipcio y la Asamblea Constitucional, señaló en numerosas ocasiones que no revisarán acuerdos internacionales firmados en el pasado, pero que sí podrían someterlos a un referéndum popular.
La mayor parte de los analistas egipcios aseguran, sin embargo, que es altamente improbable que la cofradía decida romper los acuerdos de paz con Israel, aunque el concepto de «paz fría» que rigió hasta ahora las relaciones entre ambos países podría acentuarse.
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