El 18 de agosto pasado Oriente Medio volvió a una sangrienta rutina tristemente conocida: ataques terroristas contra Israel y represalias que terminan temporalmente con alguna frágil tregua.
Después de meses de relativa tranquilidad, la organización llamada Comités Populares de Resistencia de Gaza perpetró una serie de atentados terroristas combinados a unos 20 kilómetros de Eilat, en el sur de Israel, en los que murieron 8 israelíes y fueron heridos otros 30.
Como represalia, la Fuerza Aérea israelí atacó una casa en la ciudad de Rafah en la Franja de Gaza que servía de sede al comando de la organización responsable de los atentados. En el ataque murieron su jefe, Kamal al-Nairab (Abu Awad), y otros dirigentes.
Luego de la acción israelí, las organizaciones terroristas que operan en Gaza atacaron centros poblados israelíes. En los cuatro días siguientes a los atentados en el camino a Eilat, dispararon unos 160 cohetes de los cuales 120 cayeron en territorio israelí.
Según el Centro de Información israelí sobre Inteligencia y Terrorismo a nombre de Meir Amit, los Comités de Resistencia Popular son una pequeña organización terrorista con gran capacidad operativa. Hace algunos años se dividieron en tres facciones, dos de las cuales colaboran con Hamás, mientras la tercera actúa de manera independiente a veces desafiando la autoridad de la organización islámica fundamentalista. Kamal al-Nairab y los otros dirigentes terroristas muertos en la acción de Tzáhal pertenecían a una de las dos facciones que colaboran con Hamás.
Pero obviamente "Los Comités" no son la única fuerza interesada en "calentar la zona". Según el correponsal del "Nouvel Observateur" en Oriente Medio, René Backmann (20.8.11) "Varios grupos de combatientes salafistas, algunos de los cuales según los servicios de seguridad israelíes y palestinos podrían estar ligados a Al Qaeda, están activos en Gaza. Denunciando la actitud de Hamás, quien mantenía desde hace algunos meses una tregua tácita en las hostilidades con Israel, han intensificado sus lanzamientos de misiles desde la franja a las poblaciones israelíes vecinas. Algunos de sus combatientes podrían haber cruzado a Egipto por los numerosos túneles de la frontera para unirse a las tribus beduínas del Sinaí".
Pero el problema de la península devuelta a Egipto por Israel en el acuerdo de paz de 1979 no se limita a unos pocos combatientes. El periodista francés Jacques Benillouche, que reside en Israel y es corresponsal de la revista Slate, se hace eco de informaciones de inteligencia que ya dejaron de ser secretas y señala que combatientes ligados a Al Qaeda aprovechan la revolución egipcia para hacer del Sinaí un santuario y una base de ataques, en especial contra Israel.
El ejército egipcio intenta retomar el control de la península pero no es fácil. El 15 de agosto pasado, con autorización israelí, tres brigadas de 1.700 soldados egipcios apoyados por tanques y otro tanto de policías especiales y 3.400 miembros de efectivos de seguridad, fueron enviados a las ciudades del norte de El Arish, Sheikh Zoweid y Rafah, que separan a Egipto de la Franja de Gaza. La terminal de Rafah había sido reabierta para poner fin al bloqueo, pero las autoridades egipcias tuvieron que limitar el número para prohibir a los militantes islámicos entrar al Sinaí. Hubo enfrentamientos entre el ejército egipcio y elementos del Ejército de Liberación Islámica, que, según un comunicado de El Cairo dejaron un muerto y 11 prisioneros, entre ellos 4 palestinos.
Pero esto solo es una parte del panorama del frenético activismo de los interesados en frustrar el proceso de democratización del mundo árabe y en transformar la turbulenta etapa de transición en una gran ofensiva de la "Jihad" contra Israel y Occidente.
El "Daily Telegraph" de Londres (23.8.11) informó que en los meses pasados numerosas armas capturadas en Libia a los arsenales de Gaddafi fueron contrabandeadas al volátil Sinaí egipcio. Un oficial de Inteligencia Militar israelí citado por el periódico señaló que si bien la mayor parte del arsenal de Gaza procede de Irán y llega vía Sudán, el incremento del número de armas que proviene de Libia, constituye una preocupación adicional. "Algunos de los armamentos que arriban desde Irán llegan por mar pero todas las armas de Libia pasan a Gaza a través de los túneles de Egipto".
Cada vez es más evidente que la conversión de la península del Sinaí en un polvorín explosivo está directamente vinculado a los esfuerzos por frustrar las revoluciones democratizadoras en el mundo árabe y sustituir a los regímenes dictatoriales agotados por teocracias no menos opresivas.
El "New York Times" (24.8.11) informa en una correspondencia de Nada Bakri desde Beirut que "la Unión Europea anunció que implementará medidas contra la fuerza militar Al Quds de Irán por dar apoyo técnico y material al presidente Bashar Assad en sus esfuerzos por aplastar la rebelión popular que ya dura cinco meses. Al Quds es un grupo de élite que fue creado para defender a la revolución iraní. Desarrolla actividades fuera de las fronteras del país y fue responsable por el entrenamiento y el aprovisionamiento de armas a la milicia del Hezbolá en Líbano.
Un artículo del "Washington Times" (24.8.11) escrito por Reza Kahlili, quien según el diario es un ex espía norteamericano que se infiltró entre los Guardias de la Revolución iraníes, sostiene en base a informaciones de fuentes no identificadas que el líder supremo de Irán, Ayatollah Khamenei, ordenó a los Guardias de la Revolución arrastrar a Israel a otra guerra en Oriente Medio por medio de la Jihad Islámica, Hamás y Hezbolá, en un esfuerzo por salvar al brutal régimen de Bashar Assad en Siria.
El artículo señala que Irán ha hecho todo lo que pudo para suprimir la rebelión en Siria. El líder supremo iraní ha llamado a los rebeldes sirios enemigos de Dios y agentes de Israel. En mayo pasado, el Ayatollah Khamenei sostuvo una reunión secreta en Teherán con comandantes de los Guardias de la Revolución, representantes de la embajada de Siria, miembros de Hezbolá y líderes del movimiento de Sadr en Irak. Allí habría reclamado un esfuerzo operacional y logístico para aplastar la revuelta popular en Siria y destruir a "los enemigos de Alá" en ese país.
Con todas las reservas que pueda merecer esta fuente, sus revelaciones coinciden plenamente con la política exterior franca y abierta del gobierno de Teherán.
Indudablemente, los buitres de la Jihad sobrevuelan los cielos de Oriente Medioy no les bastan los cadáveres árabes sacrificados hasta ahora. Quieren más conflictos, más derramamientos de sangre, más muertos; cualquier cosa, menos democracia.