El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, aprovechó un acto en recuerdo de Itzjak Rabín para asegurar que el líder asesinado en 1995 ya había identificado la amenaza iraní en ciernes cuando era jefe de Gobierno.

«Incluso cuando Itzjak Rabín era primer ministro, Irán empezó a suponer una amenaza para Israel, para la región y para el mundo entero», dijo Netanyahu en el cementerio del Monte Herzl de Jerusalén, junto a la tumba de Rabín, en el 17° aniversario del magnicidio, que se conmemoró ayer de acuerdo con el calendario judío.

A dos meses de la celebración de elecciones legislativas anticipadas, Netanyahu señaló que «desde el asesinato» de Rabín a manos de un fundamentalista nacionalista-religioso israelí «los aliados de Irán tomaron el control de la mitad del pueblo palestino, la que está en Gaza, y aspiran a tomar la otra mitad».

«Ante esta realidad cambiante, cabe recordar otro principio que Itzjak Rabín comprendió: la garantía de la paz con nuestros vecinos es ante todo nuestra fuerza y nuestra capacidad para defendernos. Si somos débiles, nadie nos tendrá en cuenta y nuestros enemigos no aceptarán nuestra existencia», agregó.

El jefe de Gobierno, líder del partido derechista Likud y ex oponente político de Rabín definió el recordado asesinato como «uno de los grandes crímenes en nuestra historia moderna».

«Mancha la historia de Israel y la historia del sionismo», agregó Netanyahu en el lugar donde Rabín se encuentra enterrado.

Primer ministro en dos ocasiones (1974-77 y 1992-1995), Rabín firmó en 1993 con el entonces líder palestino, Yasser Arafat, los Acuerdos de Oslo.

La firma de estos acuerdos, que ofrecían una autonomía temporal a los palestinos como antesala de una solución definitiva al conflicto de Oriente Medio, motivaron su asesinato en una manifestación por la paz en Tel Aviv.

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