Las negociaciones indirectas que aspiran a alcanzar un alto el fuego entre Israel y Hamás sraelíes se prolongaron durante todo el día de ayer en El Cairo, donde a última hora aterrizó el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, quien este martes llegará a Jerusalén para entrevistarse con el primer ministro Binyamín Netanyahu y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás.
La amenaza de una ofensiva terrestre israelí se cierne sobre las conversaciones, que de llegar a buen puerto frenarían la entrada del Ejército israelí a Gaza.
Khaled Mashal, líder de Hamás en el exilio, detalló en El Cairo la posición palestina. Condicionó la aceptación de una tregua por parte del movimiento islamista al cese de los ataques israelíes y al levantamiento del bloqueo del Estado hebreo.
Israel insistió en que todo está listo para lanzar una incursión militar, aunque aseguró preferir un acuerdo diplomático, indicó una fuente oficial.
«Preferiríamos ver una solución diplomática que garantice la paz para la población israelí en el sur. Si eso es posible, entonces no será necesaria una operación terrestre. Si la diplomacia falla, no tendremos otra alternativa que enviar tropas de tierra», afirmó.
Al margen del resultado final, las negociaciones en El Cairo sirven de termómetro para medir la fuerza política de Hamás tras el auge del islamismo fruto de las primaveras árabes. Pero sobre todo constituyen una prueba de fuego para Egipto y Mohamed Mursi, su presidente, nuevo defensor de la causa palestina en el mundo árabe.
La mediación de esta tregua sitúa a Egipto en una complicada tesitura. Es, junto a Jordania, uno de los dos países del mundo árabe que tiene un tratado de paz firmado con Israel. Mantiene además una relación privilegiada y una dependencia económica con Estados Unidos que aspira a conservar.
Estos elementos forman parte del cóctel político en el que participan Egipto, Estados Unidos, Qatar y Turquía y que podría dar a luz el alto el fuego que impida una guerra en Gaza.
Estados Unidos, por su parte, aseguró a través de la embajadora estadounidense ante la ONU, Susan Rice, que no piensa apoyar ninguna declaración del Consejo de Seguridad, reunido el lunes, si ésta «menoscaba los esfuerzos para llegar a un alto el fuego en Gaza».
Rusia echó más leña al fuego advirtiendo de que, si antes del miércoles no hay una resolución conjunta, presionará lanzando su propia propuesta de cese al fuego inmediato.
La Unión Europea también instó el lunes a Israel y Hamás, a detener con carácter inmediato las hostilidades y reducirlas con urgencia hasta llegar a su cese con el fin de evitar víctimas civiles a ambas partes. La petición la plantearon los ministros de Exteriores de los Veintisiete como necesaria en el actual un contexto de inestabilidad en la región.
Los europeos asisten con impotencia al pulso militar israelí-palestino y, como es de rigor, expresan su «grave preocupación por la situación en Gaza y en Israel».
La Unión Europea «condena con dureza los ataques con cohetes sobre Israel desde Gaza, que Hamás y otros grupos armados deben detener de inmediato». A Israel se le reconoce el derecho a proteger a su población civil, pero «al hacerlo debe actuar con proporcionalidad y garantizar la protección de civiles».
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