La voluntad expresada por el Gobierno de Siria de conseguir un escaño en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas fue recibida con duras críticas por parte de Israel y Estados Unidos, mientras que Irán anunció la retirada de su candidatura.

La elección de los integrantes del organismo, con sede en Ginebra, se celebrará en noviembre en Nueva York. En la misma estarán disponibles catorce asientos para los cinco grupos regionales, y los mandatos serán de tres años a partir de enero de 2014.

En el grupo asiático hay seis candidatos tras la retirada de Irán, entre los que figuran China, Jordania, Maldivas, Arabia Saudita, Vietnam y Siria. Entre ellos se disputarán cuatro escaños.

El embajador israelí, Ron Prosor, afirmó que «este podría ser un nuevo récord de locura en Naciones Unidas» y manifestó que «No sé si reír o llorar; sería como poner a Don Corleone al frente de un programa de protección de testigos».

Por su parte, la embajadora estadounidense ante la ONU, Rosemary DiCarlo, sostuvo que ni Siria ni Irán deberían ingresar en el organismo.

«Los intentos de estos países para unirse al mismo son inapropiados debido a los mandatos existentes para investigar las violaciones de Derechos Humanos ellos», argumentó.

Siria ya intentó hacerse con un asiento en el organismo en 2011, pero retiró su candidatura ante la presión de los países árabes y occidentales por la represión de las manifestaciones contra el Gobierno de Bashar al-Assad.

Más de 100.000 personas murieron en Siria desde el inicio de las revueltas contra el Al Assad en marzo de 2011, según un balance realizado por el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.

De acuerdo con la ONU, en ese mismo periodo, más de 93.000 personas murieron a causa de la represión y los combates entre los rebeldes y el Ejército sirio.

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