La policía israelí mantendrá bajo arresto al menos una semana más a un conocido activista israelí de extrema izquierda, cuyo nombre no puede ser publicado por orden del juez para proteger su identidad pero que fue identificado por medios locales como Ezra Nawi.
El activista, al que desde hace días seguían agentes israelíes, fue detenido este lunes en el Aeropuerto Ben Gurión cuando trataba de abandonar el país.
Al escándalo de la semana pasada - aireado por el programa «Uvdá» (hechos) - que conduce por el Canal 2 la periodista israelí de origen argentino Ilana Dayán - hay que sumar ahora un nuevo capítulo.
En la segunda entrega del documental en el que el detenido se jactaba de delatar a palestinos que vendían sus tierras a judíos, se ve como, además, el activista de la organización Ta'ayush recibe dinero de integrantes de otras dos ONG israelíes.
El programa sugiere que el cheque y el dinero en efectivo que le entregan podrían ser utilizados para financiar los enfrentamientos palestinos contra soldados israelíes durante las visitas que promueven varias de estas organizaciones en Cisjordania.
La policía abrió una investigación que tiene en el punto de la mira al protagonista de la cinta pero también a ONGs como Rabinos por Derechos Humanos, Rompiendo el silencui o BTselem, citadas en el reportaje.
«Está siendo interrogado y permanece detenido porque estamos investigando sus actividades de extrema izquierda», confirmó el portavoz de la policía, Micky Rosenfeld.
Su abogada, Lea Tsémel, denunció que su defendido recibió amenazas de muerte a raíz de la emisión del programa.
«Su dirección se publicó en numerosas webs de extrema derecha y por eso amigos que viven fuera le animaron a salir de Israel», justificó Tsémel.
La letrada, que aún no pudo reunirse con él, también apuntó que se lo investiga por «conspiración criminal y contactar con agentes extranjeros».
Todo esto sucede mientras el Gobierno de Binyamín Netanyahu trata de sacar adelante en el Parlamento la llamada Ley de Transparencia de las ONG, un borrador promovido por la ministra de Justicia, Ayelet Shaked, que pretende etiquetar como financiadas con fondos extranjeros a las organizaciones israelíes que se nutran principalmente de dinero procedente de otros Estados.
Paren de transferir fondos a organizaciones como BTselem y Ta'ayush que envían gente a morir para perjudicar a Israel”», pidió el ministro de Educación israelí, Naftali Bennett, a los embajadores de Francia y Reino Unido.
Para los activistas israelíes de BTselem «la actual cruzada legislativa contra las ONG que reciben esos fondos y el reportaje sensacionalista emitido por el Canal 2, tratan de ocultar al verdadero diablo, la ocupación y las violaciones de derechos humanos que ésta provoca en los territorios palestinos”», aseguró Chelsey Berlin, directora de BTselem en Estados Unidos.
Fueron acusaciones vertidas nada más conocerse que el incendio de la sede de la organización el domingo en Jerusalén no fue provocado, como se temía en un principio, sino originado por un cortocircuito.
Hasta Netanyahu ironizó con el tema: «No me sorprendería que me acusasen también de causar el cortocircuito”, dijo el primer ministro»
Y es que el clima que se vive en el seno de la sociedad israelí cada vez es más tormentoso. Los más de cien días de apuñalamientos, atropellos y atentados con armas de fuego en los que murieron 21 israelíes, un judío estadounidense y 139 palestinos, hicieron mella. Algunos analistas comparan ya la situación con los días previos al asesinato del primer ministro, Itzjak Rabin, en noviembre de 1995.
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