El alzamiento en Siria contra el Gobierno del presidente, Bashar al-Assad, hace temer a las potencias mundiales que el mandatario pueda perder el control de un arsenal secreto de armas químicas, dando a los milicianos acceso a un mortífero gas venenoso.
Siria es uno de los ocho países que no se sumaron a la Convención de Armas Química de 1997, lo que implica que el organismo mundial supervisor de armas químicas no tiene jurisdicción para intervenir allí.
Los países occidentales creen que Damasco tiene el mayor arsenal del mundo de armas químicas sin declarar, que incluiría desde gas mostaza al mortal agente nervioso VX, y que Assad defiende como un contrapeso al arsenal nuclear israelí no declarado.
El Ejército sirio está entrenado para utilizar gas venenoso y, según información de inteligencia israelí y estadounidense, puede desplegarlo en misiles de largo alcance. En un indicio de la creciente preocupación, se refinanció una fábrica israelí para redoblar la producción de máscaras antigás en previsión de un posible ataque.
«El arsenal, según los informes, es bastante alarmante», dijo Ahmet Uzumcu, jefe de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas. «Si esos informes son correctos, harían falta muchos recursos y esfuerzos para destruir, para eliminar esas existencias», agregó.
La inestabilidad siria socava la capacidad de Assad para proteger su arsenal de grupos armados, como su aliado musulmán chiíta en la región, Hezbolá, o los milicianos sunnitas que hay entre sus oponentes.
En Washington, el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor, describió las armas sirias como una gran fuente de preocupación para EE.UU, que según dijo tienen planes de contingencia con socios regionales.
La principal amenaza, según dijo Dempsey al Comité de Servicios Armados del Congreso, es la «proliferación o la proliferación potencial de armas químicas y biológicas en Siria, que es como decir armas de destrucción masiva».
Un Assad débil podría tener dificultades para mantener las armas lejos de las manos de otros, y un Assad desesperado podría sentirse más inclinado a utilizarlas o dárselas a sus aliados.
«La posibilidad más peligrosa es que la inestabilidad en Siria degrade la capacidad del Estado para mantener la seguridad hasta el punto de que no todos los almacenes de armas químicas estén seguros», dijo Ayham Kamel, analista de Oriente Medio en la consultora Eurasia Group. «El escenario de pesadilla es que caigan en manos de Al Qaeda», añadió.
«Siria podría intentar romper el equilibrio regional de poder suministrando a Hezbolá un arsenal que pueda amenazar los intereses occidentales», dijo Kamel.
Israel, que libró cuatro guerras con Siria desde 1948, es quien se siente más amenazado. El Instituto Israelí de Estudios de Seguridad Nacional señaló en un análisis sobre la seguridad regional que si las armas llegan a manos de talibanes, Hezbolá, Al Qaeda o Hamás, «su uso en algún escenario en la región se hará más probable».
«Estamos más preocupados por terroristas islámicos oportunistas que intenten explotar el alboroto, hacerse con armas químicas y sacarlas del país de contrabando», dijo Anthony Skinner, analista de Oriente Medio en la consultora Maplecroft.
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