Sr. Director
Los números de víctimas de la represión de Bashar Assad sobre su pueblo crecen cada semana. En ésta que pasó se registraron más de 300 muertos, principalmente en la ciudad de Homs. Los heridos se cuentan por miles.
El panorama es ya de una guerra civil declarada, lo que presagia un penoso camino para que el pueblo sirio consiga liberarse de este tirano asesino que en su momento deberá ser juzgado por crímenes contra la humanidad.
La Liga Árabe ordenó a su misión de observadores a abandonar el país. Igualmente este grupo de monitores miraba para cualquier lado cuidando antes que nada su seguridad personal.
Los únicos apoyos que aún le quedan a estos criminales son el de Rusia y China, que de manera asquerosa vetaron la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que le exigía a Assad el abandono del poder, y los hipócritas países del ALBA, con Hugo Chávez a la cabeza, que manifiestan su apoyo al «hermano Assad».
Como si quisieran volver a las épocas de la Guerra Fría, Rusia y China siguen oponiéndose a las propuestas de la comunidad internacional para forzar a Assad a irse y para poner en marcha reformas políticas, sociales y económicas exigidas por la oposición.
Putin considera a Assad como su aliado clave en Oriente Medio, desde donde puede ejercer influencia y con el que comparte intereses económicos y geoestratégicos importantes. De ahí su rotunda oposición a sanciones más severas o a una intervención militar del exterior que, por otra parte y a diferencia del caso libio, se presenta llena de inconvenientes.
La ubicación geográfica de Siria, su relación conflictiva con Israel y sus otros vecinos, su alianza e interdependencia con Irán y Hezbolá y el complicado mosaico étnico-religioso que caracteriza a su población son parte los factores adversos a una injerencia internacional más activa en ese escenario.
Además, no hay que olvidar dos cosas: Siria no tiene petróleo y este es un año en el que se llevarán a cabo varias elecciones presidenciales y legislativas muy importantes en países occidentales que, teóricamente, tendrían que comandar y organizar cualquier tipo de intervención para detener esta masacre.
En pocas palabras, nuevamente los tiranos matan libremente y el mundo sigue mirando Gran Hermano.
Atentamente,
Alicia Tzur
Shoam