El matrimonio Netanyahu no está pasando por el mejor año al menos en lo que se refiere a relaciones públicas e imagen. Primero fueron las acusaciones de que malgastaban dinero público para comprar cantidades exorbitantes de helado, de velas aromáticas y otras chucherías para su residencia oficial en Jerusalén y su mansión privada en Cesárea.
Más tarde, la atención se derivó en el dinero que se invertía en peluquería y luego llegaría lo que en Israel se llamó «la crisis de la cama voladora», cuando se descubrió que el matrimonio mandó que se construyera una habitación con cama doble incluida en un avión para acudir al funeral de Margaret Thatcher en Reino Unido.
Pero sin duda la que se llevó la peor parte en estos últimos tiempos fue la esposa del primer ministro israelí, Sara Netanyahu, que no goza de la simpatía, por decirlo de una manera suave, del público en el Estado judío.
Ahora Sara tendrá que lidiar con las acusaciones de un ex empleado de la residencia oficial de Netanyahu en Jerusalén que, aprovechando que ha interpuesto una denuncia contra el matrimonio por incumplimiento de contrato, la acusa de racista, gastadora compulsiva y de ofender y dañar la dignidad del equipo que se encarga de la casa.
El ex empleado, Menny Naftali, presentó una demanda alegando que sufrió malos tratos por parte de la esposa del gobernante, Sara.
La demanda de Naftali, ex miembro del personal de limpieza, dice que la señora Netanyahu empleó con él un lenguaje abusivo e incluso un insulto étnico durante sus 20 meses de servicio.
Naftali pide 185.000 dólares en compensación por daños y perjuicios ante el Tribunal Laboral israelí.
Entre sus reclamos, alegó que Sara Netanyahu lo despertó a las 3 de la madrugada para quejarse de que compró leche en un envase de plástico en lugar de cartón. En otro caso, dijo que ella le lanzó un jarrón de flores al suelo y lo regañó porque no estaban suficientemente frescas.
«Cuando Sara vio flores que 'no estaban frescas', las arrojó al piso mientras gritaba al señor Naftali que era un 'mal supervisor' y que algo como eso 'nunca ocurriría en el Palacio del Elíseo», señala la demanda citada en medios israelíes.
Naftali denunció además en la querella que Sara Netanyahu ridiculizó su origen étnico cuando ordenó comida para ellos en un hotel, insinuando que su procedencia de Marruecos era de algún modo vulgar. A lo largo de los años, los judíos con ascendencia marroquí fueron vistos con frecuencia en Israel como una subclase en comparación con los políticamente dominantes de ascendencia asquenazí o europea.
«La señora Netanyahu castigó al demandante, y le explicó 'nosotros somos europeos. Somos refinados, no comemos tanto como ustedes marroquíes.
...Ustedes nos están engordando y luego, cuando somos fotografiados en el extranjero, nos vemos gordos», agrega el documento.
Naftali destacó en la demanda que Sara Netanyahu le recriminó haber llevado a sus hijos a la residencia el Día de la Independencia, un feriado nacional.
«Aunque estaba claro que durante la comida él podía salir con ellos a su casa, a la señora Netanyahu no le gustó y pidió que los hijos salieran de allí inmediatamente, e incluso lo regañó diciendo que el primer ministro tampoco ve a sus hijos».
Naftali dijo que prestó servicios en una unidad militar de élite antes de pasar a integrar el personal de la residencia como guardaespaldas de los dos hijos del matrimonio.
Los Netanyahu tacharon las acusaciones de Naftali de «rumores malignos», pero lo cierto es que no se trata de primera demanda sobre los supuestos arrebatos domésticos de Sara Netanyahu.
En 2010 una empleada doméstica de la casa interpuso una denuncia contra Sara acusándola de humillarle, gritarle, obligarle a cambiar de ropa varias veces al día y por haber incumplido el contrato al pagarle menos de lo estipulado durante los seis años que trabajó para el matrimonio.
Finalmente los Netanyahu llegaron a un acuerdo económico con la empleada, pero la imagen de Sara como mujer irascible, gastadora y sátrapa doméstica se implantó en el púbico israelí.
Notas relacionadas:
¡Sí Sárale; lo que digas!
Críticas por avión con cama para matrimonio Netanyahu
Netanyahu: Sin helado de vainilla y pistacho