El ministro israelí de Agricultura, Uri Ariel, pretende expulsar a miles de gatos callejeros del país para evitar castrarlos, por considerarlo contrario a los preceptos religiosos, una medida a la que se opusieron grupos de defensa de los animales.
Ariel considera que castrar a los gatos callejeros para que no se reproduzcan, como se hace habitualmente en el país, es un acto cruel que contraviene la ley religiosa judía que exige, según él, cuidar de los animales antes que de uno mismo y permitirles «reproducirse como cualquier otra criatura de Dios».
El ministro indignó a los activistas de los derechos de los animales suspendiendo unilateralmente los programas públicos de castración, en un plan que pretende trasladar a miles de gatos a cualquier país que este dispuesto a aceptarlos.
La iniciativa, que Ariel presentó como solución al Ministerio de Medio Ambiente, se encontró con la tajante oposición de grupos de defensa de los animales que exigen mantener el método tradicional e iniciaron una campaña para ello para la que ya recogieron más de 9.000 firmas.
La diputada de la oposición, Tzipi Livni, del Grupo Sionista, publicó una fotografía en su página en Facebook en la que aparece jugando con un gato blanquinegro.
«De ningún modo conseguiré un pasaporte extranjero para el pequeño», escribió Livni junto a la foto en red social.
«La castración es un acto de gran importancia para que no nazcan nuevos gatos a este cruel mundo», dijo la popular actriz y activista Orna Banai en declaraciones al diario «Yediot Aharonot».
La proliferación de gatos es un conocido problema en Israel, y en los últimos años fueron castrados más de 100 000 para impedir que se reproduzcan.
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