Al llegar a Jordania, primera etapa de su viaje a Tierra Santa, el Papa Francisco instó a hallar una salida pacífica a la crisis siria así como una solución justa al conflicto entre israelíes y palestinos y llamó a la libertad religiosa en Oriente Medio.
«Constato con dolor que sigue habiendo fuertes tensiones en la región medio-oriental», reconoció el Papa al ser recibido en el palacio real Al Husseini por las autoridades del reino de Jordania, encabezadas por el rey Abdullah II y su familia.
«Es necesario y urgente encontrar una solución pacífica a la crisis siria, además de una justa solución al conflicto entre israelíes y palestinos», clamó el pontífice en el primer discurso que pronunció en su visita a una de las regiones del mundo más sacudidas por los conflictos.
Francisco agradeció a las autoridades del reino hachemita todo lo que hacen y les animó a seguir esforzándose por lograr la tan deseada paz duradera en toda la región.
«Este país acoge generosamente a una gran cantidad de refugiados palestinos, iraquíes y de otras zonas en crisis, en especial de la vecina Siria, destruida por un conflicto que está durando demasiado tiempo. Esta acogida merece reconocimiento y la ayuda de la comunidad internacional», recalcó.
Como Benedicto XVI hace cinco años cuando visitó la región, Francisco abogó por la libertad religiosa, «que es un derecho humano fundamental y que espero firmemente sea tenido en gran consideración en todo Oriente Medio y en el mundo entero», afirmó.
El Papa reiteró también el derecho de «manifestar públicamente la propia creencia» en una condena clara a las persecuciones que padecen los cristianos en la región.
En su breve discurso, pronunciado en italiano, el pontífice envió un saludo especial a la comunidad musulmana. «Aprovecho la ocasión para renovar mi profundo respeto y consideración a la comunidad musulmana y expresar mi reconocimiento por el liderazgo que su majestad el rey asumió para promover un entendimiento adecuado de las virtudes proclamadas por el islam y la serena convivencia entre los fieles de las diversas religiones», subrayó.
El Papa argentino, que viaja acompañado por un rabino y un profesor musulmán, dos amigos y compatriotas suyos, como un gesto de tolerancia y diálogo entre las tres religiones monoteístas, dirigió también un saludo «lleno de afecto a las comunidades cristianas» que residen en Jordania desde «los tiempos apostólicos» y que contribuyen al desarrollo del país.
Esta escala es importante, pues Jordania se presenta como un interlocutor del mundo islámico, una suerte de mediador para la paz en la zona.
Jordania además se salvó de las convulsiones de la «primavera árabe» y la comunidad cristiana, unas 250.000 personas, entre católicos y ortodoxos, se mantiene estable.
Sin embargo, los cristianos en Oriente Medio sufren graves ataques y se convirtieron en una especie en extinción. Representan actualmente el 2% de la población, cuando hace medio siglo eran el 10%.
Durante una multitudinaria misa celebrada en el estadio internacional de Ammán, el Papa Francisco dijo que la paz no se puede comprar ni vender, sino que debe construirse a base de gestos cotidianos.
«La paz no se puede comprar; no se vende», manifestó durante la homilía, antes de precisar que se trata de «un don que debemos construir mediante gestos grandes y pequeños en nuestra vida cotidiana».
Ante unas treinta mil personas, el pontífice también tuvo palabras de ánimo y aliento para las familias cristianas de refugiados procedentes de Palestina, Siria y Líbano que residen en Jordania.
Flanqueado por dos fotografías de grandes dimensiones de dos de sus predecesores, Juan XXIII y Juan Pablo II, sobre un escenario, el Papa Francisco aseguró que «el camino de la paz se consolida».
«En este espíritu saludo a todos los niños que hoy realizan la primera comunión», dijo en italiano el jefe de la Iglesia Católica.
El pontífice recibió a varios refugiados a los que bendijo durante la misa, que estuvo intercalada por rezos y un coro en árabe.
El Papa llegó al estadio en un vehículo abierto en el que hizo el camino hasta el escenario principal en medio de miles de feligreses que le obligaron a parar en numerosas ocasiones para acercarse a él o bien acercarle a niños de corta edad para que los bendijera o para entregarle documentos.
Entre banderas jordanas, libanesas, palestinas y sirias, Francisco avanzó entre la multitud con muestras de cercanía y calidez y guardándose el solideo blanco que cubre su cabeza por temor a perderlo debido al viento.
Globos blancos y amarillos y un enorme cartel en el que aparece Francisco saludando al monarca jordano Abdullah II con la cúpula de San Pedro y el sitio bautismal de Betania de fondo recibieron al prelado de la Iglesia en su primera homilía en Tierra Santa.
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