La única central eléctrica de la Franja de Gaza, que aporta dos tercios de la energía que consume este territorio palestino, se vió obligada a cerrar por la falta de combustible generada por el contrabando en la frontera con Egipto, desde la que se bombea el carburante mediante un oleoducto.
La clausura de la estación generará apagones generalizados para 1,7 millones de habitantes que residen en ese territorio. La compañía eléctrica palestina informó de que los residentes en Gaza sólo tendrán seis horas al día de electricidad hasta que se solucione el problema.
La Autoridad Energética de Gaza, dirigida por Hamás, reconoció que las medidas adoptadas por las autoridades egipcias en la frontera no fueron suficientes para que llegue el combustible necesario para que la central eléctrica pueda operar.
Algunos expertos locales indicaron que Hamás habría minusvalorado las necesidades energéticas de la franja al no haber previsto vías alternativas a las rutas de contrabando para la llegada de combustible.
La central eléctrica necesita 600.000 litros de combustible al día para funcionar y, según el Centro Palestino de Derechos Humanos, sólo recibió desde el pasado viernes 340.000 litros de carburante, por lo que, al no contar con reservas, tuvo que dejar de operar.
«Sentimos tener que anunciar que no podremos suministrar a hospitales, centros educativos, fuentes, depuradoras y otras infraestructuras con una cantidad suficiente de electricidad», explicó el director de Comunicación de la Autoridad Energética de la Franja de Gaza, Abú al-Amrain, que emplazó a las autoridades egipcias a permitir el traslado de más combustible para recuperar la normalidad.
Residentes de Gaza indicaron que, en circunstancias normales, una flota de camiones llega hasta la frontera con Egipto y, desde allí, bombea al combustible, que se traslada por oleoductos a través de túneles empleados por contrabandistas para llevar los productos hasta Gaza.
Israel suministraba a este territorio palestinos hasta un 35% de la energía eléctrica pero dejó hacerlo en enero de 2010.
A pesar de la tensa situación económica y social en Egipto y de los continuos sabotajes en el gasoducto de Sinaí, Al Amrain prefirió responsabilizar directamente al Gobierno de Israel del cierre de la central eléctrica.
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