La última batalla en torno al pluralismo religioso en Israel ha desencadenado una nueva ola de críticas y de llamados a reformas dirigidas al Supremo Rabinato de Israel controlado por la ortodoxia.
A diferencia de otras polémicas en las décadas pasadas, no sólo se han expresado los movimientos reformistas y conservadores, sino también organizaciones judías sin afiliación religiosa alguna.
Un tema que ha despertado reacciones ha sido la decisión del ministerio de Asuntos Religiosos de no encargarse de la entrega de la financiación decretada por el gobierno de las asignaciones a los líderes de comunidades reformistas y conservadores, y dejar que este rol quede a cargo del ministerio de Cultura y Deporte.
Este rechazo a la decisión gubernamental fue expresada por el Rabino Supremo sefaradí, Shlomó Amar, quien en un encuentro con 100 rabinos ortodoxos, entre los cuales se encontraba su colega ashkenazí, el Rabino Supremo Yona Metzger, solicitó rezar «para detener a los destructores y saboteadores del judaísmo porque tratan de socavar las bases de nuestra religión».
En respuesta a las palabras de Amar, unos 50 rabinos reformistas, conservadores y humanistas manifestaron frente a la sede del Rabinato en Jerusalén. Dos rabinos conservadores presentaron una queja a la policía acusando a Amar de incitación hostil, lo que constituye una acusación muy seria luego del asesinato en 1995 del primer ministro israelí Itzjak Rabin.
En Estados Unidos reaccionaron varias instituciones. La Federación de Organizaciones Judías de América del Norte dijo en un comunicado: «Una de las virtudes judías fundamentales es «ama a tu prójimo como a ti mismo». Nosotros condenamos expresiones que agravian a otros judíos y especialmente a ramas muy respetables del judaísmo que representan al 80% del judaísmo norteamericano. Declaraciones, como las formuladas por el rabino Amar, sólo sirven para alejar a los judíos de su religión, su pueblo y el Estado judío».
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