"Tenemos que recibir refugiados, pero también tenemos derecho a querer preservar el carácter judío de Israel". Entrevista a Shalom Rosenberg, Profesor Emérito de Pensamiento y Filosofía Judía en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
La Knéset, Parlamento de Israel, ha iniciado la legislación de una ley sumamente polémica contra la infiltración. Aunque las autoridades del gobierno la presentan como destinada a lidiar con el fenómeno de quienes tratan de llegar de África a través de Egipto para buscar trabajo, de hecho afectará directamente a refugiados que huyen del peligro de muerte en sus países, especialmente Sudán y Eritrea.
Una coalición de organización de derechos humanos israelíes acusa al gobierno de mentir descaradamente a la opinión pública para hacer posible promulgar la ley. "El gobierno sabe que la mayoría de los que se infiltran son refugiados, aunque no se molesta siquiera en averiguar su situación para permitirles presentar oficialmente el pedido de asilo político", acusan. El debate, no termina.
- Profesor Rosenberg, Israel está lidiando con un tema nada sencillo en el que entran en juego consideraciones políticas, sociológicas y morales. El punto central ahora es una polémica ley destinada a prohibir toda infiltración al país, pero con una terminología que aunque en declaraciones políticas se diga otra cosa, incluiría de hecho también a los refugiados africanos que escapan de peligro. ¿Cómo cree usted que habría que actuar?
- Realmente, si se trata de refugiados que se salvan de persecuciones, estoy a favor de que se los reciba. Pero hay que cambiar la ley que se refiere a la distinción entre permitir residencia y dar ciudadanía. Creo que eso tendría que estar más claro no sólo en Israel sino también en Europa. El problema respecto a las cantidades que influyen en la sociedad es muy serio.
- Se refiere usted a la influencia que poblaciones extranjeras pueden tener en grandes números en el carácter de la sociedad a la que llegan, en este caso, la israelí...
- Así es. Siento que hay una contradicción entre dos elementos importantes. Por un lado, quiero ser humanitario, por otro, quiero conservar el carácter cultural de Israel, porque es el único estado judío del mundo. Pero lo mismo va para otros países que tienen su respectivo carácter cultural. También Francia y España tienen ahora serios problemas con este tema. Por eso digo que habría que distinguir más claramente entre la residencia - que se permita a gente que escapa de un peligro - y darles ciudadanía. De ese modo, se puede preservar el comportamiento ético y al mismo tiempo preservar también el carácter de Israel.
- ¿Considera que hay que recibir refugiados? Legalmente está prohibido devolverlos si corren peligro en el país del cual llegaron. Pero yo le pregunto, desde el punto de vista moral.
- Creo que es un error plantear el tema de recibir refugiados de otros países en términos de sí o no. Hay que decir "sí, pero". Y no sólo Israel, sino también otros países. Cuando oigo, por ejemplo, que hay quienes dicen que quieren reconstruir en España "Al Andalús", me preocupa.
- Con eso usted se refiere en general al tema de la gran emigración hacia Europa, pero en Israel es un tanto diferente porque aquí los refugiados cruzan la frontera afirmando que escapan directamente del peligro en sus países. O sea, vienen por Egipto, de donde, si no llegan a Israel, los devuelven...
- Hay un hecho que me subleva. Pueden otros criticarnos a nosotros por devolver a quienes se infiltran de regreso a Egipto, pero la ONU no levanta un dedo para frenar las matanzas en Sudán y Eritrea, que son justamente la razón por la que esa gente huye. No se puede hablar de nuestra conducta moral sin tener náuseas de la ONU y de aquellos países que no son democráticos o que sí lo son, pero no hacen nada para poner fin a ese problema. Los refugiados son un sub-producto de una enorme tragedia. ¿Porqué no hacen nada para parar esa tragedia? Yo, como israelí, quiero jugar mi papel aportando a solucionar el problema de los refugiados. ¿Y dónde está el papel de los demás?
- ¿Y cuál es el rol que Israel debe jugar?
- Nosotros somos demasiado débiles internacionalmente, pero aquelas naciones que nos enseñan moral, ética, justicia ¿levantaron un dedo para evitar que países sean convertidos en bases terroristas, que bandidos y terroristas sean dueños de un Estado, que tienen a su merced a una población a la que pueden robar, matar, violar? Yo quiero que ese mundo levante conmigo esa voz.
- Israel no puede actuar solo, dice usted... ¿Cree que tiene que recibir refugiados?
- Creo que Israel tiene que recibir, pero tiene que haber una conferencia internacional sobre ese problema, porque no hay algunos pocos refugiados. Se habla de masas. Hace falta otro tipo de estudio. Debe haber una agencia internacional que se encargue de ésto y puede que Israel tenga que convertirse en un lugar de paso e inclusive recibir a un determinado número de refugiados. Pero creo que la base debe ser que la cantidad que se recibe sea proporcional al tamaño de la población. Hay que recordar que esa gente debe trabajar y si se las acepta en números desproporcionados, no va a haber trabajo para nadie. Hay que combinar entre lo económico y lo político para que no resulte luego algo catastrófico.
- Esta semana, en una rueda de prensa convocada por organizaciones de derechos humanos israelíes, oí entre otros a un médico del hospital Sheba-Tel Hashomer, activo en "Médicos por los Derechos Humanos", que atiende a refugiados que huyeron de África que no recibieron ayuda oficial en Israel, criticando la posición oficial. Él hizo un paralelismo entre esa actitud actual y la de aquellos que en los años del nazismo en Europa no dieron asilo a los judíos que querían huir... ¿Usted cree que Israel está incurriendo en una actitud similar si no ayuda activamente a los refugiados que llegan a sus fronteras?
- Estoy de acuerdo en que tenemos que ayudar y tener presente lo sucedido. Hay cierta contradicción entre las dos lecciones que creo debemos aprender de la Shoá. Por un lado, hay que aprender cómo el mundo cerró sus puertas, algo que no se debe hacer. Por otro, tengo que aprender que si no voy a tener la llave de un lugar, voy a estar perdido. Nosotros tenemos que darnos cuenta de las dos cosas a la vez. Yo no quiero actuar ni parecido a los nazis, pero tampoco quiero ser asesinado por los nazis. Es una espada de doble filo y yo tengo que ver a ambos. El mundo no puede mirar procesos que pasan hoy en día, parecidos a los que pasaron en los años 30, sin hacer nada. En muchos lados hay crímenes de genocidio o similares, y el mundo tiene que considerarlo.
Pero un consejo jasídico conocido dice que si una persona que está tratando de salvar a alguien en el mar, no debe hacerlo abrazándolo sino sacándolo del cabello, ya que si lo abraza, corre el peligro de que los dos se ahoguen juntos. O sea que nosotros, lógicamente, tenemos que hacer todo por los refugiados, pero hay que tomar en cuenta las consecuencias que habrá después. Por eso digo que tengo que aportar una gran parte, pero eso debe ser una pieza en un sistema por el cual el mundo todo haga lo suyo para solucionar el problema. Yo quiero salvar, pero sin hundirme yo mismo.
- No quiere que Israel deje de ser un estado judío... pero esa amenaza no parece muy real...
- No lo sé. Yo vuelvo, sí, al carácter de Israel, que quiero preservar. Creo que tenemos derecho de hacerlo.