Netanyhau continúa su brillante y sofisticada campaña para convencer al mundo y sus más destacados líderes que Israel bajo su mandato es la parte más positiva en favor de la solución de dos Estados para dos pueblos.
El permanente retroceso en la puesta en marcha de este desenlace tiene un solo culpable: la dirección palestina con su continua resistencia a negociar cara a cara.
Objetivamente se debe reconocer que el éxito de Bibi lo acompaña desde que asumió su última gestión. Su imagen victoriosa lo convirtió en un estadista muy apreciado en los diferentes estrados internacionales, y lo que no es menos importante, dentro de Israel se vislumbra como su máximo líder con un amplio respaldo popular por un largo periodo de tiempo.
La puesta en escena del primer ministro israelí, por supuesto, no revela al mundo ni a los israelíes lo que traman sus secuaces en los oscuros sótanos de la conquista territorial.
El trabajo de hormiga y la astucia de quienes no se tragan con facilidad los bocados que ofrecen Netanyhau y su gente, logró que se haga de conocimiento público un documento que durante años se mantuvo en el estricto secreto. Se trata de un mapa de Cisjordania donde se identifican y señalan decenas de miles de hectáreas de tierra destinadas a la proliferación y crecimiento de colonias judías en territorio palestino.
«El archivo incluye 569 sitios con un área total de 62 mil hectáreas lo que representa un 10% de la superficie total de Cisjordania. En alguno de esos puntos geográficos los terrenos señalados llegan hasta el mismo límite del itinerario de la valla de separación. Israel sostuvo en el Tribunal Internacional de La Haya y en la Corte Suprema de Justicia israelí que el recorrido de la valla se fijó de acuerdo a las necesidades de seguridad. Ahora, que el archivo saltó a la luz, es muy difícil dejar de lado la conclusión que ese trayecto de la valla se programó según esas parcelas de tierra que se identificaron y que en el futuro podrán servir para la ampliación de las colonias» («Decenas de miles de hectáreas para la ampliación de colonias judías en Cisjordania»; Akiva Eldar; Haaretz; 30.3.11).
El proceso de conquista territorial de Cisjordania no es el resultado de un grupo de mesiánicos judíos que opera espontánea e independientemente. El documento del que se habla fue confeccionado secretamente en las oficinas de la Administración Civil de Cisjordania que no es más que una unidad bajo jurisdicción militar del comandante de la zona de Cisjordania, opera bajo normas del gobierno militar de la región y su jefe no es otro que un general activo del Ejército israelí.
La historia está cargada de circunstancias que los generales del Ejército se movilizan, no se sabe si por iniciativa propia o por orden del poder central, en actos de claro contenido político que no tienen relación alguna con su sagrada función de actuar solamente en defensa de la seguridad del Estado.
¿Cuántas veces prometieron que las colonias aportaban a la seguridad del país cuando en realidad, al poco tiempo, para defenderlas junto con sus contados habitantes, los mismos generales se vieron en la necesidad de movilizar fuerzas especiales con decenas de miles de soldados?
Existe un consenso prácticamente universal que la colonización judía en Cisjordania es una seria contravención de normas de derecho internacional. Periódicamente los medios de difusión se hacen eco de declaraciones de los más conocidos líderes del mundo occidental criticando severamente esta actitud de Israel.
Obama repite una y otra vez que todo arreglo entre Israel y la Autoridad Palestina debe basarse en la creación de un Estado palestino independiente en la región de Cisjordania sobre la base de los límites de 1967 con intercambio territorial de mutuo acuerdo.
Tanto el presidente norteamericano, como Merkel de Alemania, Sarkozy de Francia y Cameron de Reino Unido, declaran periódicamente su oposición al establecimiento y ampliación de las colonias judías en Cisjordania.
Pero en diplomacia internacional es sabido que palabras por un lado y hechos por otro. Esa posición crítica, tal vez al aspecto más cardinal de la política israelí, de ninguna manera llega a modificar su inquebrantable apoyo político y su vocación por una dadivosa ayuda económica y militar a Israel.
En foros internacionales se vetan propuestas de repudio a la colonización judía de Cisjordania. No se discuten ni se tocan los presupuestos de abastecimiento bélico, la venta de equipamiento moderno ni tampoco los beneficiosos aportes financieros en provisión de modernos y súper costosos submarinos.
Con esta dualidad en el comportamiento, estos destacados líderes proyectan una imagen de pequeños perros chihuahuas que sólo ladran y ladran. Ellos saben muy bien que si se les ocurre morder diplomáticamente, es muy probable que rápidamente sufran el zarpazo político de Israel. Obama aprendió en carne propia esta lección.
Para construir el «Gran Israel», las topadoras del Estado judío continúan sepultando y demoliendo toda señal de límites que encuentran en el camino.
Ojalá me equivoque…