Hace algunos días, la organización israelí de derechos humanos «BeTselem», en la que trabajan tanto israelíes como palestinos, difundió una filmación que nos quitó el sueño.
Son aproximadamente dos minutos, pero que alcanzan y sobran para hervir la sangre.
Se observa una esquina y es evidente que alguien está filmando desde arriba, de adentro de una casa, a través de la ventana.
Aparece un efectivo de la Guardia de Fronteras de Israel. Súbitamente corre un niño al que el soldado toma con fuerza de un brazo. El niño llora y allí aparece otro efectivo que le asesta una fuerte patada al pequeño. Cuando éste ya está de hecho neutralizado en manos del primero, el segundo gendarme se va, campante…
No sabemos qué hizo el niño; si tiró piedras a alguien o cualquier otra cosa. Pero no nos importa.
Eso no debe pasar. Y no porque se filmó. Sino porque simplemente no debe pasar.
Creemos en los comunicados oficiales que salieron por doquier del portavoz del ejército proclamando que esos no son los códigos de las Fuerzas de Defensa de Israel, que esos no son los valores que se enseña a los soldados ni la forma de comportarse a la que se educa.
Creemos que los comunicados dicen la verdad; que no es a eso que se educa. El tema está en investigación y parece que el soldado será suspendido del curso en el que se halla.
Pero no alcanza con los códigos morales teoréticos. Hay que cerciorarse de que son implementados. Y para eso hay que aplicar todo el rigor de la ley, también cuando lo necesario es recurrir simplemente a la ley moral.
El niño no sufrió heridas ni quedó lastimado. Pero ese no es el único criterio para determinar qué está bien y qué está mal. E inclusive si él había hecho algo antes, no es esa la reacción que se debe esperar de un soldado israelí.
Y lo decimos sin olvidar ni por un momento la situación general de peligro que se vive, la tensión constante, los atentados que se logran frustrar. Todo eso no lo perdemos de vista ni un instante. Pero es aparte.
Claro que la locura de la situación en Hebrón da para todo… de los dos lados, el israelí y el palestino. Hay allí elementos considerados especialmente conservadores; cada uno tirando en su dirección. Extremistas, dirán palestinos sobre los judíos del lugar; y lo mismo dirán los habitantes judíos sobre los palestinos de Hebrón. Todos tienen parte de la razón sobre la situación casi imposible en la ciudad de los Patriarcas.
Y en el medio están las Fuerzas de Defensa de Israel. Para eso, para defender. Una patada a un niño no aporta nada y está simplemente mal, totalmente de más.
Si de nosotros dependiera, ya habríamos quitado los grados a ese soldado, que con su patada, avergonzó a todo Israel.
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay