Esta semana, el Reino Unido tildó de «contraproducente, desestabilizadora y provocadora» la política de Israel a raíz de su intención de ampliar el barrio de Har Homá en Jerusalén.
En un comunicado, el ministro británico de Exteriores, William Hague, mostró su decepción ante la «renovada actividad de asentamientos de Israel».
«Tanto nosotros como nuestros socios de la Unión Europea somos claros: la actividad ilegal de colonización israelí representa la más significativa y viva amenaza a la viabilidad de una solución de dos Estados», afirmó Hague, y recordó que Israel «debe respetar la ley internacional y cumplir sus compromisos».
Por su parte, también esta semana, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, rechazó la posibilidad de liberar al espía estadounidense-israelí Jonathan Pollard, cuyo estado de salud se habría agravado, a pesar del pedido que le formuló en ese sentido su homólogo de Israel, Shimón Peres.
«Es importante señalar que Pollard fue reconocido culpable de los crímenes más graves para la justicia norteamericana», declaró el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, el gabinete de política exterior de Obama, Tommy Vietor.
Asimismo, Estados Unidos y Reino Unido aún se niegan a reconocer Jerusalén como capital única, eterna e indivisible del Estado de Israel.
Por si todo esto fuera poco, la dura reacción de Israel contra el escritor alemán Günter Grass, al declararlo - también esta semana - persona «non grata» por un poema en el que reprobaba nuestro potencial atómico - según fuentes extranjeras -, consiguió invertir el debate internacional - que criticaba duramente y con razón a Grass - ahora a favor del literato, que recibió múltiples apoyos de personalidades israelíes y también del espectro político germano y mundial.
«La decisión del ministro de Interior, Eli Yishai, de prohibir al Premio Nobel de Literatura la entrada a Israel es populista», afirmó el ex embajador israelí en Alemania, Avi Primor, mientras su compatriota, el historiador Tom Segev calificó la reacción de «histérica».
«Creo que el ministro Yishai no sabe nada de Alemania. Simplemente actúa de cara a la política interna. Grass no es de ningún modo un antisemita», agregó Primor.
Eli Yishai se siente demasiado seguro en el Gobierno de Bibi. Tan seguro, que como principal responsable en su desastroso accionar durante el incendio en el Monte Carmel - que costó la vida de 44 personas -, sabe que cualquier conclusión relacionada con él a la que llegue el Contralor General del Estado sobre ese asunto, no conseguirá moverlo de su cómodo sillón.