«El verdadero odio es el desinterés; y el asesinato perfecto es el olvido».
(Rabindranath Tagore)
Ese gran simulacro
Mario Benedetti
Cada vez que nos dan clases de amnesia,
como si nunca hubieran existido
los combustibles ojos del alma
o los labios de la pena huérfana.
Cada vez que nos dan clases de amnesia
y nos conminan a borrar
la ebriedad del sufrimiento,
me convenzo de que mi región
no es la farándula de otros.
En mi región hay calvarios de ausencia,
muñones de porvenir, arrabales de duelo.
Pero también candores de mosqueta,
pienos que arrancan lágrimas,
cadáveres que miran aún desde sus huertos,
nostalgias inmóviles en un pozo de otoño,
sentimientos insoportablemente actuales
que se niegan a morir allá en lo oscuro.
El olvido está tan lleno de memoria
que a veces no caben las remembranzas
y hay que tirar rencores por la borda.
En el fondo, el olvido es un gran simulacro.
Nadie sabe ni puede - aunque quiera - olvidar
un gran simulacro repleto de fantasmas.
Esos romeros que peregrinaran por el olvido
como si fuese el camino de Santiago.
El día o la noche en que el olvido estalle,
salte en pedazos o crepite,
los recuerdos atroces y los de maravilla,
quebrarán los barrotes de fuego,
arrastrarán por fin la verdad por el mundo;
y esa verdad será que no hay olvido.