Varios miles de personas se manifestaron contra la coacción religiosa en la ciudad israelí de Beit Shemesh donde en los últimos días han aumentado este tipo de incidentes. La religión judía es un elemento muy presente en la vida cotidiana del país y los ultraortodoxos la usan cada vez más como mecanismo de segregación.
La jefa de la oposición, Tzipi Livni, que participó en la protesta, llamó al primer ministro Binyamín Netanyahu a no tener miedo y a acabar con este tipo de enfrentamientos en los cuales las mujeres son perseguidas y humilladas por individuos que no reconocen las leyes del Estado.
Los últimos altercados de Beit Shemesh se iniciaron el pasado viernes cuando un canal de televisión divulgó una crónica sobre una niña de 8 años, de una familia muy religiosa, que a diario tiene que sufrir las humillaciones de hombres ultraortodoxos que creen que no se viste con la suficiente corrección cuando va a la escuela.
La Policía retiraó varias veces un cartel colocado en las calles de esa localidad por los ultraortodoxos donde se advierte a las mujeres de que no circulen cerca de una sinagoga en la que entran hombres que consideran que la presencia femenina les incitan al pecado.
Estos incidentes sólo muestran la punta de un gran iceberg que se extiende paulatinamente por todo el país.
Netanyahu instó a los rabinos moderados a que se pronuncien contra los excesos religiosos, y en el mismo sentido se han expresado otros muchos políticos.
Sin embargo, el ministro de Interior, Eli Yshai, del partido ultraortodoxo Shas, afirmó que en los equipos de fútbol también hay segregación y nadie protesta.
Otros líderes preferieron no manifestarse.