La revista Forbes continua publicando sus gustadas y polémicas listas. En la última semana de 2011 llegó el turno de conocer cuales son los países más felices del planeta.
Las naciones elegidas tienen varios aspectos en común: sus economías son estables y su nivel adquisitivo es alto; por esas razones sus habitantes disfrutan vivir en ellas. Créase o no, Israel empata el 8° lugar con Canadá, Suiza y Australia.
Eso sí, Israel superó con creces a sus vecinos menos felices: Jordania 52, Líbano 73, Egipto y Siria 115 y los territorios palestinos en el lugar 88 de la lista. Además, para tener una noción de nuestra dicha, bienestar y prosperidad, vale la pena tomar en cuenta que Estados Unidos figura apenas en el puesto 14° y Reino Unido en el 17°. ¿Alguien todavía necesita un green card?
Pero lo inexplicable de nuestra inmensa algarabía es que el estudio mostró que esa felicidad está altamente correlacionada con una ubicación regional privilegiada. Eso suena lógico cuando se trata de los países escandinavos que se encuentran en los primeros lugares.
Más sorpresivo es cuando se refiere a nosotros que vivivmos rodeados por Hezbolá, Hamás, la Yihad Islámica, los Hermanos Musulmanes y Al Qaeda, entre otros, y donde cada vez que hay vacaciones los servicios de seguridad nos advierten para que no viajemos a Sinaí, Jordania, Turquía o Egipto. Ahora resulta que, a pesar de todo este paquete, estamos contentos.
Entonces, si dejamos de lado el conflicto con los palestinos, el terror islámico, el proyecto nuclear iraní, los misiles que caen en el norte y en el sur, una guerra cada dos años, las broncas entre laicos y ortodoxos, las condenas de la ONU, las flotillas, Gaza, las colas en los bancos y la corrupción de nuestros políticos, ¿qué nos hace tan felices?
Es verdad que nuestra economía es moderna y competitiva, que somos una potencia mundial tecnológica, que tenemos libertad de expresión e igualdad de oportunidades, entre otras cosas. Pero hay algo que realmente nos lleva a desbordar alegría.
La selección nacional de fútbol israelí nunca participa en el Mundial. Al ser Israel un estado constituido por inmigrantes llegados de todos Los confines de la tierra, esto posibilita que podamos alentar a nuestras selecciones ancestrales sin necesidad de pecar de antipatriotismo, o bien estar a favor del equipo de turno cuyo país no nos condena constantemente de genocidas o imperialistas.
¿Se puede pedir más?